La undécima edición del Dakar, celebrada del 25 de diciembre de 1988 al 12 de enero de 1989 se desarrolló a través de una ruta de 10. 831 km por Francia, España, Túnez, Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista (actual Libia), Níger, Mali, Guinea y Senegal.
Tomaron la salida 241 coches y 155 motocicletas, de los que cruzaron la meta en el Lago Rosa 100 y 60, respectivamente. Sin embargo, estos héroes quedaron eclipsados por la épica batalla protagonizada por dos compañeros de equipo.
Ari Vatanen, campeón del Dakar 1987 y del Mundial de Rallyes en 1981, y el belga Jackie Ickx, ganador del tuareg en 1983, y de las 24 Horas de Le Mans en seis ocasiones. Con esta alineación de lujo y una inversión cercana a los 6 millones de euros -presupuesto anual de un equipo de Fórmula 1 en esa época- se perfilaban como los grandes favoritos.
Cada golpe en forma de victoria era respondido con otro más fuerte por el adversario. De hecho, ambos se repartían los triunfos en una pugna donde bordeaban diariamente el precipicio. Apartados de cualquier racionalidad, solo buscaban la gloria por medio de la derrota del enemigo. Al estilo de los héroes clásicos, Ari Vatanen y Jackie Ickx se habían lanzado en pos de la gloria sin importarles las posibles consecuencias.
Una ruleta rusa: triunfo o desastre, donde todo podía terminar muy mal. Transformado en un verdadero campo de batalla, el desierto africano fue testigo de una rivalidad que excedía los límites de la racionalidad. Dicha situación elevó la tensión hasta extremos insoportables, algo preocupaba mucho en el seno del equipo.
Ante el cariz que habían tomado los acontecimientos, Jean Todt, decidió solucionarlo a su manera. Les reunió en el campo base de Gao en Mali para comunicarles una decisión salomónica, tan sorprendente como triste para la competición y el espectáculo. El lanzamiento de una moneda de diez francos al aire dictaminaría quien sería el vencedor. Los dos enemigos íntimos se miraron absortos. Vatanen eligió cara e Ickx, la cruz. La diosa Fortuna le entregó los laureles y su segunda corona al finlandés.
Al frente del proyecto, Jean Todt, actual presidente de la FIA, y por aquel entonces famoso por sus métodos poco democráticos con sus corredores. Sin embargo, ese ‘dream team’ o equipo de ensueño se transformó en una pesadilla para el director del equipo. Desde los primeros tramos, ambos se lanzaron en un brutal combate fratricida. Los espectadores, extasiados disfrutaban con un vertiginoso duelo.
A pesar de estas órdenes de equipo, el suspense se mantuvo hasta la especial final. De hecho, Vatanen se perdió en la penúltima etapa y la ventaja que disfrutaba respecto a Ickx quedó en nada. Huelga decir que el belga aprovechó ese error para tratar de llevarse el gato al agua. En este clima de alta tensión a punto estuvieron de llegar a las manos al concluir la jornada previa al final. Solo restaban 61 km cronometrados del último día.
Ickx mantuvo la emoción hasta pocos metros antes de la meta, donde se detuvo para esperar a que llegara Vatanen, quien había partido dos minutos más tarde que él. Cuando el finés rebasó al belga, este último esperó exactamente los 20 segundos de ventaja de Ari antes de reemprender la marcha. El triunfo se lo llevó Ari, aunque la imagen del deporte quedó manchada por la decisión.