Empiezo sin anestesia. Parecía, ilusos de nosotros, que con la “armonización” técnica en el CERA se acabarían los líos, pero sólo han pasado tres citas y ya está instalada la polémica de nuevo en nuestros tramos. Iluso de mí que pensaba y apostaba a que la tensión no llegaría hasta después del verano con las vacaciones en sitios ociosos siempre cerca de tramos del Nacional, aunque también se empiezan a escuchar los primeros cuchicheos al respecto. Lo peor de todo es que en nuestro negociado, los rallyes, no casa la frase que dice que es bueno que hablen de uno aunque sea mal, a nosotros siempre nos perjudica.
No voy a entrar en las razones técnicas o de plazos de las válvulas pop-off ni de las comunicaciones FIA o RFEdA, hay que dejar tiempo y espacio a los que tienen que trabajar en ello y que deberán tomar una decisión, que bastante tienen. Me voy a referir más a la forma y sobre todo al envoltorio. El empaquetado del tema es feo, nada agradable y muy poco vistoso, vamos, un regalo envenenado. Desde que saltó la noticia, mal contada, poco contrastada y buscando el éxito en taquilla más que la reflexión sosegada, el regalito, en este caso la mala información, ha ido mutando de mero raspón a herida con infección asegurada y riesgo de amputación.
Hay dos alergias perennes en nuestro deporte del motor. La falsa aversión a las reclamaciones es la primera de ellas. No es que haya rechazo a poner reclamaciones, la alergia es a que estas lleven nombre y apellidos y que tengan un coste, no ya a nivel económico, sino a nivel personal. De siempre ha sido mejor, y más barato, susurrar al oído de todo aquel comisario que quiera escuchar, que actuar a pecho descubierto. Esta fue una de las primeras cosas que aprendí de nuestro deporte, pero también una a las que primero puse coto. “Si estás seguro de que hay una irregularidad de otro concursante, reclama, y así no nos quedamos ninguno de los dos con la duda”. El cien por cien de las insinuaciones que me hacían al oído en mis años de comisario técnico se acababan tras este razonamiento. Nunca me olvidaba del tema y siempre lo investigaba, pero de una forma en la que no se estableciese una relación directa entre chisme y verificación. Estoy seguro, porque trabajé en muchas ocasiones con él, que Juan Ignacio (antiguo delegado técnico del CERA), descanse en paz, tenía la experiencia necesaria para hacer lo mismo, de hecho no descarto que nos lo hubiesen enseñado en el mismo sitio o la misma persona. Pero por desgracia ya no está con nosotros.
La segunda alergia es la que tenemos a esperar y acatar los resultados de los procesos. Tendemos siempre a un juicio paralelo, a las sentencias de corrillos y a los jurados de cuneta. Esto pone en duda el fundamento de la competición, el reglamento. Y si los propios deportistas no creen en ello, con la clara excepción del fútbol, la base de la competición se hunde y corre el riesgo de que nadie alrededor se lo crea. No futbolicemos los rallyes por ignorar el reglamento. Hay que dejar decidir a los que tienen que hacerlo, y si pensamos que un veredicto no es justo, siempre se puede apelar la decisión para que sea juzgado por otro órgano. Y ese órgano no debe ser nunca ni la prensa ni la afición, ese no es el camino.
Me apena el ver cómo se ha enredado el dichoso asunto, que de una u otra manera implica a dos de nuestros deportistas con mayor proyección, a un preparador que es pasión y compromiso por nuestro deporte, aparte de muy profesional, y, finalmente, a unos comisarios de los que siempre nos acordamos cuando truena y que a ojos de los profanos parecen estar tan entredicho que la propia RFEdA ha tenido que publicar un escrito defendiendo su correcto desempeño, algo de lo que nunca se debería dudar.
Demasiados vicios, demasiadas polémicas y, sobre todo, demasiadas ganas de provocarlas. Esperemos que el asunto se resuelva de una manera inequívoca, clara y pública, para que el que tenga que pagar, si es que tiene que pagar alguien, lo haga y así podamos dedicarnos a la competición, que aun así, sigue siendo ESPECTACULAR.
