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Citroën Racing tuvo en el Rallye de Monte-Carlo un fin de semana distinto al que esperaba con el estreno del C3 WRC. La nueva máquina, refinada durante nueve meses, no terminaba de ajustarse a las condiciones características de la prueba alpina, teniendo un comportamiento extraño en pista comparado con el resto de nuevos World Rally Car e incluso su propio predecesor, el DS3 WRC que llevaba Craig Breen.
Es cierto que los resultados finales fueron más bien desafortunados para el equipo de Yves Matton: Kris Meeke destrozó la suspensión tras chocar con un banco de nieve en el TC-4, se reenganchó y tuvo un problema de ignición al día siguiente, continuando para que al final del sábado un coche de tráfico se estampara contra el C3 WRC en el enlace a Mónaco, dejándole fuera de combate. Por su parte, Stéphane Lefebvre tuvo un fin de semana más tranquilo, pues tras la rotura del embrague en el TC-2 fue capaz de continuar de menos a más, darle al equipo un scratch en el Col de Turini y remontar hasta la novena posición final.
Por su parte, Breen tuvo un rallye casi inmaculado y demostró de lo que es capaz con un coche con mucha menos potencia y rendimiento aerodinámico, acabando en quinta posición tras haber rodado cuarto durante buena parte del evento. En retrospectiva, un podio era más que posible para Citroën, sobre todo teniendo en cuenta que Meeke rodaba segundo cuando abandonó.
Ahora bien, el C3 WRC demostró un comportamiento anómalo durante los tramos, como pudo observar el medio Motorsport: en una zona de curvas rápidas en el TC-3 todos los coches (tanto el Ford Fiesta WRC de Sébastien Ogier como los Hyundai i20 Coupé WRC de Thierry Neuville y Dani Sordo y el Toyota Yaris WRC de Jari-Matti Latvala) eran capaces de pasar en sexta y a fondo. No obstante, Meeke llegaba a esa zona, tocaba fondo, soltaba el acelerador, reducía a quinta y tomaba la curva.
Ni siquiera Breen reducía marchas en este punto con el DS3 WRC, un coche cuya estructura de motor cuenta con grandes similitudes con nada menos que el Xsara WRC (un coche que casi se estrenó con victoria en el Monte-Carlo de 2002). En definitiva, el C3 WRC era inestable y demasiado bajo para las condiciones en las que estaba compitiendo.
Más que una señal de problemas para el bólido de Versalles, esta observación refleja el resultado del proceso de test puesto que Citroën ha realizado los test casi de manera exclusiva en condiciones secas, no sobre hielo o nieve – unido al carácter impredecible del propio Monte-Carlo. Por tanto, es de esperar que sean mucho más competitivos tanto en Suecia como a partir de México, cuando comiencen a competir sobre gravilla.