En 1999 empezó todo. Tampoco todo, puesto que antes había hecho karting y otras disciplinas. Pero si fue la primera vez al volante de un turismo, sin saber entonces que éste se convertiría en la base de su trabajo. O de su día a día, más bien.
Fue en la subida a la Bien Aparecida de 1999, con el BMW e21 Alpina de su padre, Daniel Sordo. Y con 16 años. Por afición, como hobby y con la ayuda de sus amigos. Como todo inicio aquí.
Allí, probablemente, no habría atisbo alguno de esperanza para lograr lo que hasta hoy ha conseguido. Y aunque los hay que dicen que es poco, que no es suficiente, o que debería haber hecho mucho más, lo cierto es lo que viene. 14 temporadas consecutivas compitiendo en la cúspide de la pirámide de los rallyes: el WRC.
De Puente San Miguel, Cantabria. Nacido un 2 de Mayo de 1983. Nada destacable, a priori, para que las marcas le hayan regalado alguna de estas catorce temporadas. Así que, quizás, el talento y resultados con un volante entre sus manos han tenido algo que ver.
La victoria de Alemania 2013 con el Citroën DS3 WRC, en una intensa batalla con Thierry Neuville, ha sido el logro más alto. E innumerables segundos puestos, detrás, en su mayoría, de un tal Sébastien Loeb que tenía entonces como compañero de equipo en Citroën.
Pero, sobre todas las cosas, a Dani Sordo se le reconoce y valora en el campeonato del mundo por su constancia, regularidad y resultados tangibles. Y ahora también por su experiencia. Siempre está ahí, entre los mejores. Y casi nunca falla.
Y de aquí en adelante podrán decir, de nuevo, que en tierra no va, que tendría que haber ganado más, o que no vale para esto. Así somos. Y mientras, ahí sigue, como único y más alto exponente de nuestro automovilismo en la máxima categoría.