Delgada es la línea que separa un reto de una inconsciencia. Coger un avión y plantarte en argentina para subirte por primera vez un bicho de 10 toneladas de peso especialmente adaptado para ser pilotado con las manos no es más que una completa locura. Pero no para Albert Llovera, el cual tiene el veneno del Dakar corriendo por sus venas, ese virus que te obliga a aceptar cualquier propuesta de volver al Dakar sea como sea.
En las últimas ediciones de la prueba, Albert había participado con un ligero Buggy MD, un bicho ligero de gran movilidad. En este Dakar, ha optado por todo lo opuesto. Un mastodonte capaz de pasar por cualquier sitio pero de gran tamaño, de apenas una tonelada a más de diez, con una distancia de frenado mucho mayor y con la agilidad propia de un ladrillo. No hubo preparación específica, no hubo test. Un corto kilometraje por autovía abierta fue todo el test de pretemporada que pudo realizar.
Con este bagaje, los problemas eran de esperar. Nada más comenzar verdaderamente el Rally, ocurrió lo más angustiante que le puede ocurrió a un piloto, que el freno o el acelerador se queden bloqueados. Con la ayuda de su copiloto, fueron solucionando los problemas como pudieron con el objetivo de llegar a meta. Albert ya sabía lo que era correr en camiones, comenzar la etapa cuando no queda nadie, saber que ante un problema, nadie va a venir por detrás. El andorrano finalizó dicha etapa en el doble de tiempo que el ganador. Nueve horas de etapa cronometrada eran demasiadas para comenzar el Rally, y un conato de incendio con evacuación de piloto incluida no hizo más que aumentar el nerviosismo en el equipo.
El equipo Tatra hizo todo lo posible por solventar los problemas. Lo lograron. Albert comenzó a divertirse de camino a Jujuy, comenzó a entender el camión, a advertir sus reacciones. Finalizó la etapa a solo media hora del ganador, en la trigésimo séptima posición. Sin embargo las manos de Albert ya advertían la dureza del rally. Su cara al llegar al campamento es fiel reflejo de su estado físico. Lo peor no son las etapas en sí, sino nos interminables enlaces. 800 kilómetros para apenas 200 cronometrados, en ocasiones sin luz natural. “Cuanto más rápido voy mejor me siento físicamente. Los tramos limitados a 30 km/h…”
El dolor no le impedía mejorar. Otra etapa de más de cinco horas finalizando a 87 minutos del ganador, el Iveco de De Rooy, un hombre cuyo único objetivo en cada día de la semana es prepararse para la siguiente edición del Dakar. Ahora tocaba viajar a Bolivia con la gran incógnita de la altitud. Residente en Andorra y ex esquiador, Albert está acostumbrado a la altitud, pero los poco más de 1000 metros de Andorra quedan en juego de niños respecto a los 4.000 de Bolivia, donde debían pasar dos días. Llovera finalizó en vigesimoquinta posición a su llegada a Uyuni. No solo era una posición realmente adelantada, sino que Albert mejoró el tiempo de su jefe de filas, el checo Tomas Vratny.
Albert completaba una gran sexta etapa, el bucle boliviano. Se dejó apenas 35 minutos con el ganador, afianzándose en la vigesimosexta posición. En la vuelta a Argentina, Albert pasó otras cinco horas cronometradas sobre el camión, con la particularidad del desgaste de un largo enlace en mitad de la especial para cruzar la frontera. Pese a todo, en lugar de los 90 minutos de diferencia de principio del Dakar, Albert se quedó a 58 minutos del ganador. Y todo pese a las continuas peticiones de sus acompañantes de cabina de bajar el ritmo. “Albert puso en el tope el pedal del gas, llegó a los 136 km/hora. Hubo un momento que lo tuvimos que frenar un poco, quería superar al camión que llevábamos delante y era, ni más ni menos, que el jefe del equipo.” contó Charly Gotlib, copiloto de Albert.
El retraso de la primera etapa pasa factura. Albert se encuentra en posiciones retrasadas en la general, algo sin importancia cuando el objetivo es llegar y tu posición de salida la marca tu resultado en la última etapa. Con casi 30 horas cronometradas sobre el camión, Albert está nueve por detrás de los líderes de la categoría. Una estadística casi anecdótica que los pilotos ni se molestan en revisar.
Albert Llovera: “Como he dicho en repetidas ocasiones estoy aprendiendo mucho aunque soy consciente de que es una categoría muy diferente a la que estoy acostumbrado y a veces se me va la pinza. En las frenadas, por ejemplo, freno muy tarde y mis compañeros camioneros experimentados al principio tuvieron algún que otro susto. De la categoría camiones no me gusta que siempre seamos los últimos en todo. Salimos tarde, llegamos a las tantas y esto no te permite ver y comentar experiencias con compañeros de los coches, por ejemplo. A pesar de esto, es una gran experiencia y te permite vivir el Dakar desde atrás. Veremos con el cambio de escenario que nos plantean esta segunda semana, a ver qué pasa.”
Merecida jornada de descanso para Albert en Salta. Toca dormir sin despertador, visitar a los fisioterapeutas para una completa revisión, comer en condiciones, y enfundarse de nuevo el mono para afrontar la segunda semana del Rally. A priori la navegación será clave dejando atrás los peligrosos caminos estrechos donde el más mínimo fallo te envía barranco abajo, llegan lugares donde Albert podría acelerar más, disfrutar lo suficiente para olvidar los calambres de las manos y conseguir así el gran objetivo, llegar a buenos aires y un año más subirse al podio y disfrutar del calor de la gente.
Albert Llovera Dakar 2015Con él llegamos todos. Gracias, campeón.
Posted by Góndola Films on Lunes, 9 de marzo de 2015