Una década después del accidente que le cambió la vida, charlamos con Xavi Lorza que recuerda con nosotros como fue aquel duro día en el Rallye de Avilés en el que como el mismo nos cuenta ‘volvió a nacer’. Además nos cuenta como es su vida desde entonces y repasa los rallyes de la actualidad.
Han pasado ya diez años desde tu fatídico accidente, para los que no lo recuerden, ¿qué ocurrió exactamente?
Era el primer tramo del Rallye de Avilés, que por aquellos entonces puntuaba para el Nacional de Asfalto, e íbamos llenos de gasolina porque teníamos que hacer todo el bucle. El tramo se encontraba delicado, ya que había muchas humedades. Después de un cruce en bajada había una zona muy rápida antes de entrar a un bosque. Saliendo de este bosque había una curva a izquierda muy rápida en la que tenías que frenar para tomar una derecha más cerrada. En esta curva rápida el coche se fue por lo complicado que estaba el tramo, derrapo de atrás y cayó en la cuneta. Yo canté la siguiente curva, porque pensé que saldríamos rápido y continuaríamos, pero supe que en esta pequeña recta había una alcantarilla que cruzaba por debajo de la carretera, y en ese lugar había como un ‘murito’ de unos 20 o 30 centímetros contra el que golpeamos debido a que íbamos derrapando. El golpe dio por mi lado más o menos detrás de mi asiento. Al ser tan bajo el ‘murito’ cortó la carrocería por debajo hasta llegar al depósito de combustible. Este depósito era de seguridad, pero creo que lo que cortó fue uno de los tubos de las bombas del combustible, lo que ejerció presión he hizo que reventaran las bombas. Como la gasolina era de gran octanaje, prendió rápidamente ya que al ir con la barriga del coche ‘raspando’ el asfalto alguna chispa saltaría. Yo recuerdo que antes de parar ya dentro había fuego. Cuando vi que había fuego rápidamente intenté abrir la puerta, pero estaba bloqueada. Pensé que la mano derecha no tendría fuerza por ir quemada y lo intenté con la izquierda y tampoco pude. Yo iba ya desatado del arnés, y pensé (todo esto en un periodo de tiempo muy rápido) en pegarle una patada al cristal pero tardaría mucho en romperlo. Desde aquí tengo un lapsus de tiempo, y ya lo siguiente que recuerdo es que salí por la ventana de
Joan. Me tiré al suelo, y me puse de pie, pero al ponerme de pie me desplomé. Ahí tuve miedo, porque pensé que si me había caído tenía algo grave en la espalda. Por ahí ya estaban Kike y Jordi, que pararon la prueba, y me llevaron a la cuneta. El coche se calcinaba completamente mientras.
También recuerdo que Kike busco una rama para intentar engancharme, ya que con el humo no se veía nada. Estuve un minuto y veinte segundos más o menos dentro del coche. Me dolían mucho las manos, eran completamente blancas. Me tocaron las piernas y tenía sensibilidad, por lo que un problema de médula quedaba completamente descartado, luego me entere que fue que del golpe se me rompió la pelvis, y por eso no me aguanté en pie y caí desplomado. Esto se curó solo en el hospital en los meses posteriores.
Una vez en el hospital no recordaba casi nada, no recordaba lo que había hecho el día anterior, eran cosas que tenía como olvidadas. Yo siempre había creído que había salido por mi ventana, pero Dani Solá me dijo que no, que había salido por la de Joan. Tuve mucha suerte, porque no respiré el humo.
El mono aguantó mucho, y siempre recomiendo a la gente que no escatime en gasto para su seguridad, ya que el día que pasa algo esto se nota. Yo por ejemplo tampoco llevaba guantes para poder pasar mejor las hojas de la libreta. Luis Moya se interesó en esto y pidió a Sparco que realizara unos guantes de copiloto a raíz de mi accidente.
¿Cuáles fueron las lesiones más graves que tuviste? ¿Te permiten realizar una vida normal?
Las quemaduras fueron del 22% del cuerpo, y lo más dañado eran las manos y la cara. Yo no sé cómo salí, pero supongo que de arrastrarme por la carrocería, me quemé las piernas. El mono no se rompió pero lo más grave fueron las manos y la cara. Las manos cuando salí del hospital quedaron engarrotadas y tarde en volverá conducir dos años desde la salida del hospital. El médico me dijo que era fácil que cortara algún dedo, pero por suerte logró salvarlos todos. Cuando salí del hospital las manos eran puños, y poco a poco con mucha rehabilitación y operaciones conseguí moverlas. Estuve dos años yendo cada día al hospital, haciendo fisioterapia y terapia ocupacional.
La vida que llevo es bastante normal, pero no puedo levantar grandes pesos ya que no tengo fuerza. Con mucha terapia conseguí recuperar la mitad de la fuerza que debería tener.
Tras bastante tiempo en el hospital conseguiste salir, ¿cómo te incorporaste a la vida desde aquel momento?
Estuve más o menos tres semanas en coma inducido –la verdad que no recuerdo muy bien cuanto fue porque estaba dormido (Xavi se rie)-, y el alta del hospital me la dieron en septiembre. Primero estuve en Oviedo en la UVI, donde me hicieron una escaratomía, que es abrir las muñecas por la parte de dentro para que riegue con sangre la mano. Sin esta operación seguro que no tendría manos. Quiero agradecérselo al médico que lo hizo, ya que no he podido contactar nunca con él, pese a nuestras visitas al hospital años más tarde. El chico dejo a su familia (era su día libre) y consiguió salvarme las manos. Allí estuve una semana, y en cuanto el RACC recibió la llamada del Vall d’Ebron medicalizaron el avión y me trasladaron a Barcelona. En la UVI estuve un par de semanas más.
Siempre me ha operado el mismo médico, el Doctor Palau, y tras diez años ya somos como de la familia. Han sido muchas operaciones, algunas más delicadas, otras muy largas –llegando a estar incluso unas siete horas en algunas de ellas-. En el hospital ya hemos hecho amistad con el doctor, las enfermeras y demás, incluso hemos creado una Asociación de Quemados, de la que formo parte de la junta directiva.
Cuando salí tenía tan solo los ojos visibles, el resto de la cara era una venda. Después tuve que ir más de dos años al hospital día a día al ‘fisio’, y gracias a él creo que pude recuperar las manos ya que me apretaba y me movía los dedos pese al gran dolor que esto suponía. Recuerdo que me decía, “¡no hay dolor Xavi!”, pero yo lloraba de dolor ya que mi mano era un puño y sufría muchísimo. Las manos me han dolido hasta hace un año y medio, que hemos encontrado unas pastillas que me alivian bastante el dolor. En la clínica se valoraba el dolor del 1 al 10, y yo tenía un dolor de 7 u 8, y ahora con las pastillas estoy en tan solo un 3.
Es curioso porque tengo dolor interno, pero en cambio no tengo sensibilidad en las manos, solo en las puntas de los dedos. En las palmas y en el dorso de las manos me puedo cortar hasta que me salga sangre, y me tengo que buscar donde está la herida porque no me duele, no tengo sensibilidad, quedó sin sensibilidad toda la mano.
En terapia ocupacional me enseñaron el tacto que tiene un hierro, una madera, un plástico, porque yo no noto si algo está frío, ni la textura que tiene. Tuve que aprender de nuevo todo.
Has comentado que habéis creado una Asociación de Quemados, ¿en qué consiste?
Ayudamos a las familias, por ejemplo el chico de Mallorca del Renault 5 Maxi, Kreamix –que es el nombre de esta asociación- puso en contacto a sus familiares con otras familias que han pasado por algo parecido, sin ir más lejos mi mujer estuvo varios días charlando con la mujer de este chico e intentando ayudarle psicológicamente. Básicamente damos apoyo anímico a gente que se encuentra de lleno con este problema y no sabe qué hacer. Creamos la organización porque los quemados no son una enfermedad, y un médico puede aconsejarte muchas cosas, pero una persona que ya ha sufrido quemaduras y ha vivido las curas y las operaciones que conllevan siempre podrá guiar más a otra persona en esta situación.
Cuando yo salí del hospital una chica me ofreció todo su apoyo porque ya había pasado por lo mismo y de ahí salió la idea de la asociación. Quiero aprovechar para decir que tenemos una web kreamics.org en la que se puede ver todo lo que hacemos día a día.
En estos años ¿hasta cuantas veces has sido operado? ¿Cuántas te dicen que te quedan?
En junio me hicieron una de los ojos, ya que han dejado pasar los años para que todo se fuera colocando en su sitio. En esta última me han puesto bien el lagrimal que estaba desplazado.
Tus pensamientos muchas veces deben ser contrapuestos por un lado la desgracia de ser tú el peor parado, y por otro la suerte que tuvisteis tanto tu como Joan de salir con vida, viendo que por desgracia hay muchos accidentes similares últimamente en que los integrantes de esos equipos no corren la misma suerte, ¿crees que vosotros sois unos afortunados?
Si, sin duda. Yo volví a nacer el día 9 de julio. Actualmente lo celebramos en casa incluso. Es que si llego a estar unos segundos más en el coche posiblemente no estaría aquí. La forma de pensar te cambia, le das valor a otras cosas. Das más valor a las personas y no tanto al dinero o cualquier otro bien material.
Tu accidente fue un momento muy duro para todos los aficionados a los rallyes, ¿recibiste muchas muestras de cariño?
Recuerdo que fueron muchas. Cuando estaba aún en ‘grandes quemados’ –que no te podía visitar nadie porque estaba en una sala esterilizada-, Sonia me había impreso una web que se llamaba animoxavilorza.tk y en ella gente de todas partes daban ánimos que mi mujer me iba leyendo, ya que yo aún no podía ver. Esto fue un impulso para poder tirar hacia delante, no podía decepcionar a estas personas. Un día vino a verme Albert Llovera y me dio una fuerza enorme. Dije, si Albert tiene estas ganas y está peor que yo, tengo que salir adelante. Gracias a esto estuve yendo día a día al hospital durante dos años, y soportando el dolor que era enorme.
Sabemos que tu familia te ha ayudado mucho y que es tu mayor soporte ¿cómo es tú día a día?
Mi familia enseguida se volcó en mí pero lo pasaron muy mal también. Mi mujer y mi hija son muy fuertes, ya que han aguantado estos diez años ayudándome. El médico decía: “mira, tienes que poner aquí Betadine o limpiar los puntos cada día, y lo hacía mi hija con diez años u once.” Y a raíz de esto -me imagino que fue por esto- está estudiando enfermería, es curioso porque ella no tenía ninguna aprensión.
Ya me habían operado mucho, pero cuando estaba con Roberto Méndez me reconstruyeron la nariz, que fue muy duro para mí y para la gente. Llega un momento que de cara a la gente ya pasas y dices: “bueno, pues que te miren”, te acostumbras. La gente todavía actualmente me mira, se gira, comenta, y me sabe mal pero yo sé que no tengo la cara normal y no puedo decirles nada, pero así es un poco la cultura de España.
Cuando había pasado un año y yo tenía la cara muy deformada fuimos de vacaciones a Estocolmo, y allí cuando me miraban no le daban importancia, es otra cultura. Al principio yo no quería ni salir a la calle, pero me ayudó mucho ir a mi pueblo; quizá si hubiera vivido en Barcelona yo no hubiera salido tanto. Aquí en el pueblo el alcalde dijo que no me preocupara, incluso me buscó el mismo día el libro de familia para llevar al hospital porque lo necesitaba. El pueblo entero se movilizó. Cuando salí a la calle con la cara toda vendada menos los ojos la gente me paraba cada veinte metros para preguntarme qué tal estaba, cómo me encontraba, y esto me ayudó muchísimo, el salir a la calle y que no le dieran tanta importancia. En una gran ciudad hubiera sido diferente, nadie me habría dicho nada. Fue muy duro, pero yo ya no le doy importancia.
(Ya llevamos más de 45 minutos de charla, y Xavi sigue recordando anécdotas de aquellos primeros meses y años) El primer año una de las personas que más me ayudó fue Claudio Aldecoa, que estuvo desde el primer día. Corríamos tierra juntos y él vino a ver el rallye y fue de los primeros que se enteró del accidente. Se vino para el hospital y se quedó toda la semana a mi lado para estar con Sonia y ayudar en lo que pudo.
Estás dando charlas, ¿en qué consisten estas?
Más que charlas sobre el accidente, he hecho dos o tres como copiloto. Alguna vez he hablado en el hospital pero en petit comité, contando qué es ser copiloto. He hecho alguna mesa redonda y he explicado el accidente; -era una mesa grande y la gente me preguntaba cómo fue, más o menos como estás haciendo tú pero con mucha gente-. Yo llevaba fotos de los coches que los que había estado compitiendo y la gente me preguntaba que cómo se ven las notas, y les enseñaba la libreta. Porque la gente solo ve lo que quiere poner la televisión y no lo que deben poner.
Desde aquel instante tu carrera en el mundo del copilotaje se acabó, pero ¿sigues relacionado con el mundo del motor?
Sí, vendo material para los pilotos y copilotos como monos, guantes, botas, cascos. Hace unos años me contrató Marc Martí -que montó una empresa de importación de los cascos de Stilo- y estuve con él trabajando tres años o cuatro, y después pasé a colaborar con Rallycar y estoy con ellos aquí en Cataluña. También estuve un tiempo con Roberto Méndez organizando las asistencias del Producción Rallye Racing que eran seis o siete Mitsubishi de serie, que corrían contra ellos mismos, y el que ganaba conseguía un coche para el año siguiente. Corrían en asfalto y en tierra. Hubo mucha guerra entre ellos, porque eran todos iguales, con las mismas ruedas, las mismas suspensiones, todo igual. Estuvo muy bien, lo que pasa es que no había muchos apoyos y al final Roberto perdía dinero y tuvo que dejarlo.
¿Cómo se ven los rallyes de hoy en día desde los ojos de un aficionado como tú?
He visto que han cambiado mucho los coches desde hace diez años. La guerra que había entre los Súper 1600 fue una época muy bonita porque teniamos marcas implicadas que es la base para la Federación. Si hay marcas hay más dinero, más coches, todo ayuda. Nosotros habíamos sido unos doce o trece súper 1600. En un rallye en cinco segundos estábamos cuatro coches, fue una época muy bonita. Y luego vino la época de los Mitsubishi, que casi todo eran Mitsubishi, y después llegó la crisis que ya vimos con el número de inscripciones. Pasamos de inscripciones de cien coches en un rallye de tierra a otro que suspendieron porque solo había catorce coches. Hubo un bajón pero parece que este año está mejorando mucho el número de participantes, también está la Copa Kobe, los Opel Adam, la Copa Suzuki... Digamos que se está moviendo la cosa. Aunque no sean oficiales de verdad, ayudan las marcas un poquito. Y lo de los R5 también es una buena opción, porque son coches más baratos que un WRC. A la gente lo que le gusta es ver coches que corran mucho y que derrapen, no coches de calle. Las marcas quieren que se parezcan pero lo que le gusta a la gente es ver coches diferentes. Antes veías un Mitsubishi y tenía su alerón detrás pero no parecía un súper coche de carreras. Ojala hicieran un grupo N como hicimos con los de producción, que eran muy baratos, unos 6.000€ por rallye todo incluido -gasolina, asistencia, ruedas, coche...-, y podías correr quedando muchas veces entre los diez primeros. En cambio ahora ves un Porsche y unos coches que ya transmiten algo.
Sabemos que ahora estamos pasando una época difícil en los rallyes, y más con este año de accidentes en los que ha habido fallecidos. Y esto no es nada bueno. En el accidente de Galicia porque ha afectado al público, pero este año entre pilotos y copilotos han muerto en cuatro accidentes, cinco personas. Y eso que ahora se lleva mucha más seguridad que antes. Ha sido casualidad, porque hacía tiempo que no había tantos accidentes. Yo recuerdo tramos en Ourense por ejemplo, que pensaba que si se nos escapaba el coche aquí, en sexta en esta izquierdas rapidísima, mataba a veinte personas o a cincuenta. Porque la gente se ponía ahí justo al lado de la carretera y ahora todo esto por suerte ha mejorado. Diez años atrás era mucho peor todavía. Pienso que hay dos públicos: el que entiende, sabe, y le gustan los coches de rallye, que sabe que tiene que ponerse más elevado, o en una zona de la curva donde no te puedes salir a esas velocidades; y luego hay otra gente que es más tunning y lo que les gusta es ir a ver los coches con cervezas y emborracharse, y este es uno de los problemas de los rallyes, que después el pobre comisario de la curva va con un peto y les dice que se quiten de ahí y se ríen de él, y encima el pobre tiene que bajar la cabeza porque la gente se mete con él. Y esto no tiene que ser así. Yo fui en el año '85 u '86 a Suiza en una subida en cuesta y recuerdo que allí había dos zonas de público, y si no estabas en una de ellas venía la policía y te sacaba. Los dos policías llegaban con un perro, y como alguien no se pusiera en un sitio le ‘metían’ al perro. La gente no se piensa que un coche de rallyes, en una carretera que tenga tres metros y medio de ancho pueda estar haciendo eses a 140 km/h. Y si se sale en una ese de estas o en una curva yendo a 140, en un segundo el coche se mueve muchos metros, y tú aunque estés a veinte metros no te da tiempo ni de saltar casi, porque enseguida lo tienes encima. La gente esto no lo entiende, porque los ve pasar y parece que van lentos pero no es así. Y ese es uno de los problemas. Si estás en una mala zona y se sale el coche no tienes tiempo ni de decir ¡ay! porque ya lo tienes encima. Si en Finlandia un comisario dice que no se pongan, -por muy borrachos que vayan- todo el mundo va y se pone en su sitio, nadie se pone en un sitio prohibido. Puede ser porque si la policía los coge los encierra un día, que a lo mejor sería la solución.
Los aficionados no se imaginan que se pueda romper una rótula o mil cosas. En el Rallye de Ourense del 2004, imagínatelo: una zona muy rápida, una derecha muy rápida, en la derecha había una alcantarilla y la teníamos puesta, pero no nos imaginábamos que al pisarla se levantaría la tapa. Pasamos con la rueda delantera derecha por encima de la alcantarilla, al pisarla se levantó la tapa y se pinchó la rueda, y en la izquierda siguiente que era bastante rápida y se cerraba al final entramos con la rueda reventada y no tuvimos tiempo de nada. Nos salimos al campo y nos caímos en un viñedo. Si llega a haber alguien ahí mirando nos lo llevamos en menos de un segundo. Íbamos en tercera a fondo, muy deprisa, y el coche se quedó de tal forma que yo luego no podía salir de ahí. Nos llevamos diez o doce metros de cables que sujetan las viñas y no pude abrir la puerta, tuve que salir por la puerta de atrás. A esa velocidad pasa todo muy rápido y desde fuera parece que no, y ese es el error que cometen muchos espectadores porque no se imaginan lo deprisa que vamos.
¿Cómo ves el nivel de nuestros copilotos a nivel Nacional? ¿Y los mundialistas?
Veo muchas más oportunidades y la gente se lo toma mucho más en serio que hace años. Ha cambiado bastante todo, porque antes se buscaba al amiguete, pero ahora la gente que ha ganado alguna copa se busca a un copiloto que sepa lo que hace. Creo que el nivel es más alto que hace años porque van a cursillos, se han espabilado. Antes no teníamos nada, aprendíamos a base de golpes y ahora hay más personas que se dedican a enseñar como en las escuelas de Vallejo y de otros copilotos.
¿Crees que la seguridad de los pilotos y copilotos ha mejorado desde tu accidente?
Yo creo que sigue igual, que el coche como seguro pienso que las barras y los arneses son iguales que hace diez años mejorando la calidad, pero lo que sí creo que ha sido una revolución son los Hans. Hay dos cosas que han mejorado mucho: los Hans y los nuevos baquets. Luego los pusieron obligatorios en el mundial y ahora mucha gente ya los compra, y eso para los golpes laterales es muy bueno. Antes si miramos las estadísticas, en cada rallye había unos diez -entre pilotos y copilotos- que estaban en el hospital y les ponían el collarín y estaban unas semanas con el cuello hecho polvo. Ahora no hay ninguno. Y los golpes laterales en la cabeza, con los nuevos baquets que ayudan un montón, el golpe lateral ya no lo tienes.
¿Has vuelto a subir a un coche de carreras desde aquel día?
No, mira, en el Rallye de Lanzarote de hace unos 7 años, Roberto Méndez me vio en la asistencia, que estaba al lado de uno de los tramos y me dijo que si me quería dar una vuelta. Al principio me negué, pero insistió y me subí, me puse el casco. Y al momento de subirme y de atarme el cinturón me vino el accidente a la cabeza tuve un momento de miedo. Pero ahí Roberto empezó a derrapar y ya se me pasaron todos los males. Hicimos el tramo varias veces. Yo había corrido 249 rallyes, y me faltaba uno para los 250, y entonces me llamó Jordi Barrabés, y tenía un coche histórico. Hubo una carrera de regularidad y la verdad es que nos lo pasamos muy bien. Nunca había corrido una prueba de regularidad. Me enseñó Ana -una chica que hace regularidad en Cataluña-, que la llamé y me explicó todo lo que tenía que saber, y al día siguiente quedamos cuartos. Y es difícil quedar bien con las penalizaciones de los controles, pero empatamos con los terceros.
Pero ya no tengo muchas ganas de montarme en un coche, bueno, ya se me ha quitado el susto, pero con una libreta no podría ir porque las manos no las tengo bien para pasar las hojas muy deprisa. Porque en un rallye tiene que pasar las hojas a la velocidad del rayo. Lo único que haría es una prueba con el programa iCodriver para el iPad, eso creo que sí que podría hacerlo con un poco de práctica y unos cuantos ensayos. Supongo que si le dijera a mi familia que voy a volver a correr les daría algo. Porque ya he corrido 25 años, desde los 18 años que empecé hasta el 2005. Cuando empecé, en casa no sabían que corría, y estuve dos años corriendo sin que lo supieran. Yo les decía que iba a ver un rally, pero en realidad iba a verlo desde dentro del coche. En un rallye que corría con Jordi Griñó, con un Samba Rallye en un Campeonato de Promoción con el coche de serie, ganamos el rallye, que era el 2000 Viratges de Promoción, y yo sabía que había venido Televisión Española y que iban a salir imágenes en la tele. Y cuando estaba en mi casa empezaron a echar imágenes, y dijeron que en el rallye de Promoción habían ganado Jordi Griñó y Xavi Lorza. Mi madre me dijo: “oye, que te han nombrado en la tele”, y yo al principio lo negaba, pero bueno, así fue como se enteraron.
Tras casi hora y media de conversación, cierro la misma dando las gracias a Xavi por su simpatía y su sangre fría a la hora de recordar aquel día. Si mi admiración hacía él ya era enorme, desde el momento en el que colgué el teléfono se hizo infinita, ya que la forma en la que prosigue con su vida es un claro ejemplo de superación en el que todos deberíamos fijarnos para ver que los problemas de nuestro día a día son tan insignificantes que ni deberíamos darles importancia.