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Monza fue ayer testigo de la séptima coronación de Sébastien Ogier como campeón del mundo de rallyes. El de Gap se queda a tan sólo dos cetros del récord establecido por su tocayo Loeb, aunque su plan inicial es retirarse a finales de 2021, por lo que, como mucho, optará a ocho títulos, ahí es nada.
Pero sin duda el campeonato de 2020 que ha logrado el francés pasará a los anales de la historia, además de ser una de las temporadas más convulsas y cortas de la historia de la especialidad, por ser cuando Ogier igualó el récord de campeonar con tres marcas distintas que hasta ahora ostentaba en solitario Juha Kankkunen.
‘Triple K’ fue uno de los pilotos más carismáticos de los ochenta y noventa. Él fue el primero en cantar el alirón con tres fabricantes diferentes. Su primer título llegó en 1986, el último año de los Grupo B de la mano de Peugeot y el espectacular 205 T16, éxito que repetiría a la siguiente temporada con Lancia y su Delta HF 4WD.
En 1991 le quitaría in extremis el mundial a Carlos Sainz y repetía con la marca italiana, mientras que en 1993 se lleva la corona junto a los japoneses de Toyota y su mítico Celica Turbo 4WD, completando el póker de títulos y su hat-trick particular de fabricantes con los que ganar.
El peculiar récord de Kankkunen ha tardado 27 años en ser igualado. Sébastien Ogier, que hace años ya superó los cuatro mundiales del finlandés, consiguió ayer igualar el hito del nórdico con, precisamente, el último constructor con el que él lo logró, Toyota.
Hace unas temporadas, Ogier dijo que no se consideraba mejor que Sainz o Kankkunen por tener más títulos que ellos, pero no es menos cierto que sus registros únicamente se pueden comparar a los del casi inalcanzable Loeb, eso sí, degustando las mieles del éxito con diferentes equipos -Volkswagen, Ford y Toyota-, algo que el bueno de ‘Seb I’ nunca concretó -ni lo intentó-.