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Provenía de un ambiente de carreras, con el ADN de las manos rápidas y el corazón en el sitio correcto y la pasión por los tramos. Henri Toivonen era el hijo menor de Pauli Toivonen, quien antes de cumplir los cuarenta había sido campeón finlandés de rallyes, campeón de Escandinavia, campeón europeo y ganador del Rallye 1000 Lagos. La velocidad estaba en la familia, pues el legado fue heredado tanto por Harri como por Henri.
No obstante, el talento de Henri era excepcional: como campeón de karts Junior fue invitado a la Fórmula 3 británica y, nada más llegar, marcó la pole y logró la victoria. Años después, Eddie Jordan (quien tuvo la suerte de ser su jefe de equipo) le comparó con otro astro con el que coincidió en la categoría: Ayrton Senna. No obstante, el corazón de Toivonen le llevó a los rallyes, comenzando en 1975.
Su primer éxito llegó con un Talbot Sunbeam Lotus, pues después de varias actuaciones destacadas logró una inesperada victoria en el Lombard RAC Rally de 1980 ante pilotos mucho más experimentados con maquinaria en teoría superior. Esto le abrió las puertas a equipos oficiales como Opel o Porsche, pero su lugar llegó cuando desembarcó en Lancia en 1984, entonces el equipo a batir junto con Audi y sus revolucionarios Quattro.
En aquella temporada Lancia continuaba con el 037 Rallye, un tracción trasera que comenzaba a mostrar sus años frente al desarrollo de la tracción total de sus rivales alemanes. La desventaja sería aún mayor cuando llegó Peugeot con el 205 Turbo 16, Ford con su RS200 o MG con el Metro 6R4, desarrollado en conjunto con el equipo Williams de Fórmula 1. Pese a ello, Toivonen seguía acumulando podios, incluido uno en su Finlandia natal.
La carrera de desarrollo de los Grupo B continuó siendo cada vez más salvaje y a finales de 1985, con Peugeot y Audi ya en liza, Lancia decidió contraatacar con una de las armas más salvajes de la historia: el Delta S4, una bestia que combinaba turbocompresor y supercharger para desatar entre 450 y 550 caballos en función del rallye (aunque podía configurarse para ir aún más allá). Toivonen conectó de inmediato con la apabullante potencia del Delta S4, diciéndose (de boca de su jefe de equipo, Cesare Fiorio) que era el único que era capaz de llevar a la bestia bajo control a la vez que atacaba al límite en los tramos.
En su primer rallye con el nuevo juguete, embutido en los colores de Martini que pasaron a la posteridad como icono del automovilismo (tanto en rallyes como en circuitos), Toivonen se hizo con la victoria en el RAC Rallye de 1985. También se hizo con la victoria en Montecarlo 1986, veinte años después de que lo lograra su padre – recordado siempre al volante de su Citroën DS. No obstante, el motor del Delta S4 sucumbió a problemas mecánicos en el Rallye de Suecia y un accidente con espectadores fallecidos llevó a la cancelación del Rallye de Portugal. Después llegó el Tour de Córcega.
Para el rallye de las 10.000 curvas, Toivonen llegaba con gripe, pero fue capaz de liderar durante la primera parte de la prueba con ventaja sobre sus rivales de Peugeot y sus propios compañeros de equipo. Él mismo llegó a asegurar que la locura de estos coches era tal que si algo ocurría, era hombre muerto.
Por aquél entonces la carretera D18 estaba llena de agujeros y baches, incluyendo una curva de izquierdas de casi noventa grados a siete kilómetros de Corte sin otra escapatoria que un acantilado en el exterior de la curva. Toivonen, junto a su copiloto Sergio Cresto, perdió el control del Delta S4 de alguna manera – no había marcas de frenada – y cayó colina abajo. La carrocería de plástico con refuerzo de Kevlar era muy ligera, pero inflamable, saltando en llamas debido a que la protección del tanque de combustible (situado bajo el asiento del piloto) se había desmontado para ahorrar peso. La bestia italiana se calcinó hasta quedarse en un amasijo de hierros, con Toivonen y Cresto aún dentro.
Una de las teorías más conocidas es la que reveló Malcolm Wilson en una entrevista a Motorsport News: tras un accidente en el Rallye Costa Smeralda de 1985 en el que casi queda paralizado, sufría de breves pérdidas de consciencia, pero nunca lo comentó a Lancia para no hacer peligrar su puesto en el equipo. Walter Röhrl afirmó que Toivonen tomaba medicación para combatir la gripe. En cualquier caso, el accidente sigue siendo un misterio, pues no había público ni comisarios cerca – hay una grabación del accidente, pero demasiado lejos como para percibir detalles. Para cuando los pilotos que le seguían llegaron al lugar – uno de ellos su compañero de equipo Massimo Biasion – el coche ya era pasto de las llamas. Los Grupo B fueron prohibidos para siempre por su peligrosidad y las vidas que se había cobrado, además de una investigación que la FISA llevaría a cabo más adelante que demostraba que las reacciones de los pilotos eran demasiado lentas para la velocidad que habían desarrollado los coches, pues en las curvas rápidas no podían ajustar sus ojos y sufrían de visión de túnel.
Con treinta años, Henri dejaba viuda a su esposa Erja y a sus hijos Markus y Arla (Cresto estaba soltero y sin hijos), pero su legado continúa bien vigente en la actualidad. Sin ir más lejos, el subcampeón mundial y paisano Jari-Matti Latvala admite que su ídolo es Toivonen por la valentía que mostraba al volante, encarnando el espíritu de los Grupo B.