No es ningún secreto que no sólo hay fabricantes y grandes marcas interesadas en el reglamento WRC27, el que en menos de año y medio relevará a los actuales Rally1 para crear una nueva era en los rallies - no sólo en el Mundial de Rallies, sino también en campeonatos regionales (tipo Europeo de Rallies, Asia-Pacífico o CODASUR) y nacionales.
Ahora bien, los preparadores han tenido muchísima influencia a nivel histórico en el WRC: en la actualidad tenemos a M-Sport aliado con Ford, corriendo como equipo más bien privado con apoyo de la marca en lugar de ser su equipo oficial, como fue entre 1997 y 2012. Tampoco podemos olvidar los años de Subaru con Prodrive, estos ahora aliados con Dacia en el W2RC.
La cuestión es, ¿hay espacio en el reglamento WRC27 para preparadores? La respuesta es sí, pero vayamos por partes. Estos WRC27 serán chasis tubulares de diseño FIA, común para todos los equipos que se acojan al reglamento y con un habitáculo común. Alrededor de esa jaula puede ir lo que sea, siempre y cuando se ajuste al reglamento tanto en lo que concierne a la carrocería como en la aerodinámica. Esto permite carrocerías de segmento B, segmento C, SUV o carrocerías a medida, al estilo Grupo B o Grupo S a modo de referencia visual.
Estos chasis serán, por tanto, similar en concepto a los que vemos actualmente en los Rally1, aunque según declara Xavier Mestelan-Pinon a DirtFish, serán más rígidos que los actuales. También serán 20 milímetros más elevados que los actuales en aras de la seguridad. Es ya sabido que al menos un preparador ya tiene intenciones de estar entre los equipos del WRC27 desde hace tiempo.
Un preparador podrá correr con un coche WRC27 siempre y cuando fabriquen un mínimo de diez unidades y estén dispuestos a vender algunas de estas unidades para poder optar a sumar puntos dentro del WRC. También han de estar asociados con algún fabricante/marca, lo que implica utilizar componentes de esa marca.
Es decir, no será posible combinar el motor de X marca con la caja de cambios de Y marca o la suspensión de otro fabricante, sino que todo ha de venir de un mismo sitio. Lo que sí es libre en sí es lo que vaya encima, la forma de la carrocería, que o bien puede venir de un modelo del fabricante con el que se asocie el preparador o ser un ejercicio de lenguaje de diseño, como vemos con prototipos en salones como el de Múnich, París, Tokio o Pekín, siempre y cuando esté dentro del reglamento.