Justamente en el Rally de Portugal se cumplía una temporada completa de uno de los pilotos llamados a dominar el WRC en los próximos años, Essapeka Lappi, quedándose fuera del pódium por escasos segundos. Igualmente en Portugal llegaba también el primer podio de otro de los finlandeses voladores que prometen estar en lo más alto de nuestro deporte en poco tiempo, Teemu Suninen. La calificación de baby en los rallyes es ligeramente diferente que en otras especialidades del motor, cuando con 16 o 17 años ya pueden estar en lo más alto o ganando mundiales como podría pasar en MotoGP o en Fórmulas. Por eso que un piloto con 24 años ya cuente con un pódium en el WRC o que uno con 26 años logre su primera victoria absoluta es de bastante precocidad.
Especialmente llamativo es el caso de estos dos deportistas, pertenecientes a un país donde nuestro deporte es casi religión y en el que se esperaba y deseaba un relevo generacional que durante muchos años parecía que no llegaba. Finlandia se había visto superada por Noruega como principal país nórdico de pilotos de rallyes, y obligada a empezar el trabajo desde abajo ya que los que llegaban no lo hacían jóvenes o con posibilidades reales de establecerse en el WRC. Y de los que estaban sólo había confianza en Latvala, que en este 2017 está, por primera vez en su dilatada carrera, quedándose fuera de los focos.
Lappi cumple un año en el Mundial con un world rally car y no ha decepcionado. Avalado por los éxitos en todos los escalones anteriores, vencedor del ERC en 2014 y del WRC2 en 2016, su media temporada en 2017 puede calificarse como un auténtico éxito. Victoria en Finlandia y mejor tiempo en un total de 16 especiales. Ha aprendido, ha estado luchando por podios y se ha compenetrado con el Toyota Yaris wrc a la perfección. El futuro dentro del equipo de Makkinen es espectacular. También ha cometido errores de principiante de los que sin duda ha ido aprendiendo. No es un tercer piloto para cuando fallen Tanak o Latvala, sino una opción más e incluso un rival para ellos, y de eso ya se han dado cuenta no solo en Toyota.
Para Suninen ha sido su primer gran éxito en la máxima categoría, pero ya en 2017 dejó pinceladas que convencieron a Malcom Wilson de que tenía mucho potencial, y el británico no suele fallar en esas cosas. Programa ampliado, pero aún parcial para este 2018 en el que en su cuarta prueba ya ha subido al pódium. Su próximo reto es Cerdeña donde ya el año 2016 venció en la categoría WRC2. Una de las cosas que más llaman la atención es su confianza. Ya en la previa del Rally de Portugal anunciaba que el podio era su objetivo y que era una posibilidad real, dicho y hecho, por más que pasó desapercibido en los pronósticos iniciales.
Tanto Lappi como Suninen son esa punta de lanza, el primer baby boom, que amenaza, en el mejor de los sentidos, al WRC en los próximos años. Muchos jóvenes y muchos nórdicos están llamando a las puertas de los mejores equipos, Rovanpera, Veiby, Nordgren o Huttunen. Cuando estos lleguen nos harán parecer muy maduros a los que ya están, incluso a los que vemos ahora como savia nueva en este escrito. Mucho nombre nórdico que amenaza con copar todos los puestos relevantes al máximo nivel, una especie de regresión a principios de los ochenta cuando los apellidos terminados en “nen” eran la mayoría. Ya llegan los “baby finish flyers”.