En apenas año y medio veremos una nueva generación de coches punta de lanza en el Campeonato Mundial de Rallies, sucesores de los Rally1 pero más bien de los World Rally Cars del pasado. Es decir, no coches hechos solamente por y para el WRC, sino también con la idea de ser destinados eventualmente a campeonatos nacionales, como ocurrió con los WRC de 1º y 2º generación.
Desde un principio, en las líneas generales que publicó la FIA en diciembre de 2024, se estimaba que el precio objetivo para los futuros WRC27 (nombre aún por confirmarse oficialmente), se habló de un reglamento que incluyera coches de diferentes tipos de carrocerías, adaptables a una jaula de seguridad/habitáculo común. También que agrupase diferentes tipos de motorizaciones, tanto de combustión convencional, híbridos y eléctricos.
Pero en lo que nos vamos a centrar aquí no es en todo eso. Es en esa cifra de 345.000 euros que se prometía en la cifra como objetivo presupuestario. Un deseo de tener unos WRC27 cuyos precios no se disparasen dramáticamente en comparación con los Rally1 actuales - estos, cuando tenían el elemento híbrido hasta 2024, se estima que valdrían en torno al millón y medio de euros cada unidad.
La cuestión es...muy seguramente esa cifra no se cumpla. Así de claro.
Según varias personas expertas en el parque de asistencias del WRC, el precio final no será ese. Podría estar por debajo de los 400.000 euros, pero muy seguramente sobrepase esa cifra. Sin llegar al medio millón de euros, pero algo por encima de los 400.000 sea lo que muy seguramente acabe pasando, teniendo en cuenta la información publicada hasta ahora.
Cierto es que, de mantenerse en esas cifras, sigue siendo un acercamiento al precio de los escalones inferiores, algo que podría ayudar a que veamos a marcas y preparadores independientes entrar en el WRC, sin haber entrado ningún equipo nuevo desde que llegase Toyota en 2017. Ahora bien, no nos olvidemos de que las cifras 'engañan'. Uno puede adquirir un Rally2 por unos 200.000 euros, pero de ahí a que lo tenga listo para verificar en una prueba internacional, el coste de la preparación asciende hasta acercarse más bien a los 300.000 euros.