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Crecen los enanos en la sede de la Federación Gallega de Automovilismo. Lo que a principio de año parecía ser una de las mejores temporadas de la historia reciente del certamen gallego de rallyes se ha convertido en un entuerto cada vez más difícil de resolver. El cruce de comunicados que estamos viviendo en las últimas horas sigue deteriorando la imagen de un mandato que tampoco cuenta con el beneplácito de la Secretaria Xeral para o Deporte de Galicia.
Las cancelaciones, aplazamientos y modificaciones derivadas de la pandemia han ido encendiendo los ánimos en los últimos meses, agrandando las diferencias y rompiendo los lazos de unión que existían entre la entidad que tutela el automovilismo en Galicia y las diferentes organizaciones. La puntilla la puso ayer un comunicado en el que se podía leer una desafortunada crítica hacia las escuderías organizadoras y que sin duda, ha detonado un aluvión de críticas hacia la FGA.
El comunicado fue eliminado con el paso de las horas, pero lo cierto es que las escuderías pesadas del certamen ya no sustentan a una presidencia que se tambalea, dinamitada también por la Secretaría Xeral para o Deporte, especialmente mediante la figura de José Ramón Lete, con quien Iván Corral mantiene una pugna legal que ha desencadenado decisiones trascendentales, como la retirada de la candidatura que Corral iba a presentar con motivo de las elecciones en la RFEdA.
Por si todavía fuese poco, el Grupo Recalvi (principal sponsor del certamen) ha decidido apoyar a la Escudería Rías Baixas en la petición de dimisión emitida en la mañana de hoy. Una encrucijada de comunicados que sigue dañando la imagen de un liderazgo federativo que cada vez cuenta con menos apoyos y que afronta una de sus etapas más críticas de todas las vividas durante las más de 3 décadas de mandato. Tocado sí, ¿pero hundido?