El salto de calidad que ha dado el CERA adoptando la normativa FIA deja al descubierto las otras vergüenzas del Campeonato. El coste económico de afrontarlo con garantías es demasiado alto para nuestros equipos por ahora. Ya se sabía desde antes de tomar la decisión que económicamente sería difícil de afrontar para todos los que empezaban la temporada montados en un R5. El propio líder del CERA, Iván Ares, lleva anunciando por activa y por pasiva que tiene menos de lo justo para terminar la temporada. Ahora es Pedro Burgo el que confiesa casi lo mismo en una entrevista concedida a Alejandro Pescador y publicada en esta revista. Pero no son los únicos, el Campeón 2016, Cristian García, semanas antes de empezar no tenía ni dinero ni coche para defender el titulo, y el tercer clasificado la temporada pasada, el madrileño Daniel Marbán, decidió tras la primera prueba tomarse un año para buscar los recursos necesarios para afrontar el Nacional de Asfalto con garantías. Aunque suena a retroceso, el camino iniciado con los R5 sigue siendo, a decir por todos entre los que me incluyo, el acertado.
El problema es económico por lo que es fundamental paliarlo en la medida de lo posible. Volver a coches más baratos pero que hacen del CERA una polémica constante ya no es solución, ya se probó durante varias temporadas y terminaron dejando el campeonato como un solar, ni marcas implicadas, con cada vez menos espectadores y menos repercusión y, curiosamente, los pilotos quejándose básicamente de lo mismo. La siempre solicitada solución de los premios económicos no es la bicoca que piensan muchos, con presupuestos que rondan los 200.000€, coche aparte, unos premios que no sean importantes en cuanto a la cantidad, son como una tirita en una herida que necesita puntos., y la verdad es que ahora mismo no se sabe de dónde sacar esos premios.
Hay que buscar medidas distintas, lógicas y que sean un verdadero alivio a las economías de los equipos. Desde hace años vengo sosteniendo que 10 pruebas puntuables para una especialidad con una economía tan precaria como los rallyes de Asfalto es una locura, un tiro en el pie que nos damos año tras año. Nos gusta que haya muchas pruebas, eso está claro, pero si somos incapaces de hacer que los mejores puedan estar en ellas, hay que replanteárselo . Un calendario con siete pruebas y seis resultados a retener sería lo ideal. Eso sería un comienzo lógico, basándonos en la realidad de nuestros rallyes. Una vez asentados se podría iniciar un crecimiento sosegado, sin llegar a superar las 9 pruebas con 7 resultados a retener.
A estas alturas alguien me recriminará que me haya olvidado de las marcas, a las que todo el mundo pide que pongan dinero, que inviertan en jóvenes, en coches, en estructuras, y pocos se dan cuenta que antes hay que ponerlas en valor un CERA que debe recobrar un esplendor perdido. Si el esfuerzo económico que necesitan es menor de primeras, puede por sí solo ser suficiente estímulo para que se involucren, por algo hay que empezar. Por otra parte, las dos marcas realmente implicadas en el CERA, Suzuki y Renault, no tienen vehículos dentro de la categoría R5, y su apuesta por los N5, sustancialmente más baratos, podría animarles a redoblar su apoyo a más pilotos con el mismo presupuesto.
Hay muchas soluciones posibles, pero las hay que tomar ya. De primeras siempre parecerán duras, pero a la larga es una de las pocas posibilidades que tenemos de salvar y revivir al CERA en el corto plazo. Todas las demás líneas de trabajo, premios, marcas, repercusión, público o cantera dependen de acciones como reducir el calendario. Si no nos damos cuenta, es que no lo queremos ver.