Reunir a miles de personas en la mañana de un domingo de invierno en Madrid no está al alcance de cualquiera. Carlos Sainz ya lo había conseguido hace 17 años en su despedida del Mundial de Rallyes y hoy, junto a Red Bull, volvió a tomar las calles de la capital con un catálogo de vehículos de competición envidiable, abarcando desde el Seat Panda 45 Grupo 2 de 1982 hasta el Audi RS Q e-tron con el que el buscará su cuarto triunfo en el Dakar.
El evento comenzó con Sainz deleitando a los presentes a bordo de un Audi S1 WRX, la montura que la firma de los cuatro aros emplea en el Mundial de Rallycross. Precisamente Audi, marca a la actualmente está ligado el bicampeón del mundo, fue la que más modelos desplazó a Cibeles, destacando entre ellos el mítico Quattro S1 E2 Grupo B que el alemán Walter Röhrl dirigió en la época dorada de la los rallyes.
Acompañado por figuras esenciales en su trayectoria deportiva como Juanjo Lacalle, Luis Moya o Lucas Cruz, además de por su hijo Carlos Sainz Jr., el piloto madrileño se reencontró con dos coches de gran valor sentimental para él: el anteriormente mentado Seat Panda 45 Grupo 2, su primer coche oficial, y el Toyota Celica GT-Four ST165 con el que coronó la cima del éxito en aquella temporada de 1990 que cambió la historia del deporte en nuestro país.