Jimmy McRae, padre del malogrado piloto de Rallyes Colin McRae, ha tenido un emotivo reencuentro con una máquina especial. Así, el veterano pentacampeón del Nacional Británico (1981, 82, 84, 87 y 88), se ha puesto al volante del McRae R4. Como muchos de vosotros ya sabéis, se trata de una joya nacida de un sueño de su hijo Colin.
Revelado en 2006, el McRae R4 fue la respuesta del Campeón del WRC DE 1995 a lo que debería ser un estilo de conducción y competición pura en este deporte. La combinación de un motor ‘Millington Diamond’ de 2.4 litros con una caja de cambios secuencial de seis velocidades y 350 caballos de fuerza, fue todo un acierto.
También se le agregaron un par de diferenciales bastante rudimentarios, el tipo de asistencia electrónica o hidráulica para la reasignación de milisegundos ante el más mínimo indicio de aplicación del acelerador. El R4 terminado poseía una brillante simplicidad combinada con una interesante innovación en su desarrollo.
"Colin quería ofrecer un automóvil que costara aproximadamente lo mismo que un automóvil del Grupo N. Pero él quería un automóvil que supusiera un desafío para el piloto, no entrar y tener todos esos sistemas de control. Y Colin consiguió lo que quería".
"No lo olvides, cuando el coche salió por primera vez, Colin lo llevó directamente a Goodwood para el Festival of Speed. Estaba solo un segundo por detrás del Subaru Impreza WRC oficial de Petter Solberg en la subida a la famosa colina. Y eso fue nada más estrenarlo. ", recuerda Jimmy.
La emocionante experiencia que partió desde el Knockhill Racing Circuit (Escocia), también se extendió por varios tramos del Rallye en esa misma localidad británica. Nada más arrancar, el ruido o mejor dicho, el sonido del corazón de la bestia que late bajo el capó, comienza a atronar en el habitáculo. Sin duda, estamos ante una bestia muy especial.
Al pasar de una sección de grava a un tramo de asfalto sinuoso al lado del circuito principal de Knockhill, se puede sentir que las ruedas se agarran cuando la transmisión intenta contener 350 caballos de aspiración natural… porque "Colin no quería un turbo", ha asegurado Jim.
Y eso es lo que consiguió. Obviamente, el pequeño misil no es fácil de conducir. Su aceleración resulta simplemente brutal. Al alcanzar las cinco o seis mil revoluciones el R4 se convierte en una maravilla. De hecho, se maneja con soltura tanto en asfalto como en grava en una gran demostración de la extraordinaria capacidad del automóvil.
En un suspiro, la prueba ha llegado a su fin y el coche regresa a sus cuarteles de invierno. De ellos solo sale en ocasiones para quitarle el óxido y permitir que se desperecen sus músculos. Antes de desgraciado accidente de helicóptero en el que perdió la vida en 2007, Colin ya tenía cuatro pedidos para este misil polivalente con el que planeaba crear una competición monomarca.