Sébastien Loeb llega a Arabia Saudí estos días para afrontar el que será su décimo Dakar, una década después de su debut junto a Peugeot. Un Dakar en el que vuelve junto a Dacia en búsquedas de una ansiada victoria, una que se le ha escapado una y otra vez tanto en suelo sudamericano como en suelo árabe.
Loeb llegó al Dakar como parte del 'Dream Team' con el que Peugeot conquistó el Dakar hace diez años, con aquellos 2008 DKR y 3008 DKR con los que tanto Carlos Sainz y Stéphane Peterhansel lograron ganar. Tras pasar por BRX y Dacia, cinco años junto con Prodrive, Loeb acumula hasta cinco podios, con tres segundos puestos y dos terceros.
En estos diez años, Loeb ha logrado 28 victorias de etapa, estableciéndose rápidamente como uno de los grandes favoritos frente a ganadores de otros años como Sainz, Nasser Al-Attiyah, Yazeed Al-Rajhi o Nani Roma, así como jóvenes promesas como Lucas Moraes, Seth Quintero o Cristina Gutiérrez, una vez más su compañera de equipo en Dacia.
"El Sandrider ha mejorado mucho. Hemos trabajado en fiabilidad, en comportamiento en las dunas y en la lectura del terreno. No hay revoluciones mágicas, pero sí muchos pequeños detalles que marcan la diferencia en el Dakar”, declaró Loeb.
“Hoy en día todos los coches son competitivos. Las diferencias son mínimas y eso hace que cualquier error se pague caro. Por eso el coche tiene que ser predecible, cómodo de conducir durante horas y resistente. En eso hemos avanzado”, añadió.
“No vamos al Dakar a aprender, vamos a competir. Sabemos que ganar es extremadamente difícil, pero el nivel del coche y de la estructura nos permite aspirar a todo”, puntualizó el 9 veces campeón mundial del WRC.