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La aventura de Fernando Alonso en el Dakar se antojaba con muchas dudas y mucho escepticismo en todo el mundo antes de comenzar. Un piloto de circuitos que, meses atrás, había comenzado su andadura en raids de la mano de Toyota y con Marc Coma como copiloto (función que nunca había desempeñado después de una carrera deportiva centrada en la categoría de motos, siendo de los pilotos más exitosos de todos los tiempos en el Dakar), una figura que desde hacía muchos años había creado muchos seguidores, muchos detractores pero, sobre todo, leyenda.
La figura que, gracias a sus hitos, le recordó a España que existía la Fórmula 1 (como Michael Schumacher hizo con la afición alemana en la década de los noventa), ya advertía antes de empezar que venía sobre todo a aprender, no a ganar como era el caso de Carlos Sainz y Lucas Cruz (quienes acabaron cumpliendo por tercera vez). Aún así, acabar el Dakar era un reto que muchos aseguraban que no sería capaz de lograr y Alonso respondía allá por el mes de octubre, cuando se hizo el anuncio oficial, que quería seguir haciendo cosas imposibles.
Como es evidente, la adaptación de un piloto que ha competido con monoplazas desde finales de los noventa (desde campeonatos como la Euro Open by Nissan a la entonces telonera de la F1, la Fórmula 3000) a raids con coches con mucho más peso y altura que ruedan en terrenos off-road, ya sea pista o dunas, es mucho más complicada que aquellos que vienen por ejemplo del Mundial de Rallyes, como ha sido el caso de Sainz o, en años recientes, de Martin Prokop, Xevi Pons o Sébastien Loeb. El caso de Loeb es la comparativa más interesante, pues el alsaciano llegó a liderar y pelear por la victoria dentro del equipo oficial de Peugeot.
Alonso no es ni mucho menos el primer piloto de Fórmula 1 (ni será el último) que se deja seducir por las dunas dakarianas, siendo, eso sí, el primer campeón del mundo de F1 en hacerlo. De hecho, dos ex pilotos de Fórmula 1 son también ganadores del Dakar: Jacky Ickx compitió en F1 entre 1966 y 1979, logrando ganar el Dakar con el Mercedes 280 GE en 1983 – estuvo cerca de repetir en 1986 con Porsche y en 1989 con Peugeot, esta última con la famosa moneda que lanzó Jean Todt y decidió que la victoria sería para Ari Vatanen. Jean-Louis Schlesser corrió una carrera en la categoría reina (tras no calificarse con RAM en Francia 1983, sustituyó a Nigel Mansell en Italia 1988, colisionando con Ayrton Senna al ser doblado y acabando con el monopolio de McLaren ese año) pero logró un mayor éxito en raids con sus propios buggies, logrando ganar en 1999 y 2000 con los Schlesser Mégane.
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Además de Ickx y Schlesser, la lista de ex pilotos de F1 que han probado el Dakar supera la veintena: Patrick Gaillard, Jean-Pierre Jarier, François Migault, Eric Bernard, Patrick Tambay, Paul Belmondo, Henri Pescarolo, Jean-Pierre Jabouille, Jacques Laffite, Philippe Alliot… mucho de ellos franceses, ya que fue una prueba con mucho éxito en Francia en aquella época. Maurice Trintignant, Hans Heyer, Jochen Mass, Jan Lammers, Vic Elford, Alex Caffi, Norberto Fontana, Eliseo Salazar, Ukyo Katayama y Clay Regazzoni completan la lista de ex F1 que llegaron a estar en el Dakar, ya fuera en coches, camiones o incluso motos.
El hecho de haber rodado antes en varias sesiones de test, la Lichtenburg 400, el Rallye de Marruecos y el Rallye Al-Ula hacía que no fuera rumbo a lo desconocido – de hecho, el itinerario del rallye pasaba por Al-Ula en una de sus etapas. Además, aunque en el Dakar no es tan conducir con los oídos como ocurre en los rallyes, el acoplamiento con Coma ya estaba más trabajado.
En la primera etapa ya levantaba impresiones, pues no era una etapa prólogo como se hacía en Sudamérica sino una con un recorrido normal y era capaz de colocarse en undécima posición, por delante de nombres como Prokop, Giniel de Villiers (quien ganaría en la etapa del día siguiente) o Nani Roma, ganador en 2014 y subcampeón en 2019. Entonces llegó el percance del segundo día, rompiendo un trapecio superior de suspensión y una rueda en una zona de alta velocidad cuando estaba peleando por las primeras posiciones.
No obstante, Alonso continuó afrontando los peligros en los días siguientes a la vez que continuaba a un ritmo similar al de sus compañeros de equipo, de Villiers, Bernhard Ten Brinke y Yazeed Al-Rajhi. Día tras día lograba colocarse entre los diez primeros ascendiendo en la clasificación e incluso llegó a volver a situarse en el Top 10.
Si hay una etapa que muestra hasta que punto ha aprendido a desenvolverse en las dunas fue en el día 8, donde lograba un gran tiempo que solo Mathieu Serradori – uno de los grandes héroes de este Dakar 2020 – pudo superar. En su primer Dakar junto a Coma, con menos de un año de experiencia en la modalidad, había logrado batir a varios de los mejores del mundo. También fue una etapa decisiva para la resolución de la victoria pues Sainz, que partía primero sin las huellas de las motos y quads (de luto tras la muerte de Paulo Gonçalves), fue capaz de minimizar la pérdida de tiempo con respecto a Peterhansel y Al-Attiyah.
Es cierto, como el propio Alonso remarcaba, que mucho dio que hablar tanto su golpe de la segunda etapa como el espectacular vuelco de la décima etapa nada más empezar – fue también testamento de la resistencia de la Toyota Hilux V8, pudiendo continuar el recorrido, acabar el día y seguir con la etapa maratón. No obstante, el hecho de que en dos tercios del recorrido haya estado entre los diez primeros, superando a ex campeones del Dakar día tras día, es una muestra que la magia del asturiano sigue estando presente. De hecho, en el último día también estuvo cerca de la victoria de etapa, acabando en cuarta posición y en 13º de la general pese a los problemas sufridos.
De otra manera quizás, pero sigue siendo ‘Magic’, el mismo que hacía madrugar a millones de espectadores en los Grandes Premios de Australia o Japón hace ya 15 años, el mismo que sigue buscando cosas imposibles. La triple corona aún está a su alcance, siendo la Indy500 su gran objetivo después de que en su primer intento, en 2017, llegase a liderar la prueba y rodar por delante del eventual ganador de la prueba, el también ex F1 Takuma Sato. En definitiva, Alonso seguirá haciendo cosas imposibles.