El Rallye Monte-Carlo es territorio de Sébastien Ogier. Más allá de que la prueba en los últimos años haya tenido una de sus sedes en Gap -la ciudad natal del heptacampeón mundial-, el rendimiento del actual piloto de Toyota en los clásicos tramos de la cita monegasca lo han elevado -todavía más- a la categoría de leyenda antes de que a final de temporada cuelgue el casco definitivamente.
Los números del Rey
En el rallye del Principado, la prueba con más misticismo e historia del WRC, Sébastien Ogier, siempre acompañado de su inseparable copiloto, Julien Ingrassia, ha logrado subir en ocho ocasiones al peldaño más alto del podio. Con la victoria de ayer, por fin lograba desempatar con su tocayo Loeb en el ranking de pilotos más laureados en esta prueba.
Más allá de las ocho victorias, lo destacable de Ogier es su forma de dominar en unos tramos que son de todo menos constantes, es decir, las variables se multiplican a la misma velocidad que cambian las condiciones del asfalto: seco, mojado, hielo, nieve, etc. Un sinfín de trampas para los competidores que el de Gap conoce y sortea como nadie.
Récord tras récord
Sébastien Ogier no sólo es el ‘Rey’ indiscutible del Rallye Monte-Carlo, una prueba con 110 años de historia, es mucho más. Por ejemplo, ayer se convirtió en el primer piloto en ganar esta carrera en tres décadas distintas.
Su primer triunfo fue en 2009, cuando el rallye era puntuable para el IRC y se impuso con un Peugeot 207 S2000. Después llegaría la dictadura con Volkswagen, tres triunfos consecutivos con el Polo R WRC antes de dar paso a otras dos victorias con Ford M-Sport y Citroën. Ayer cayó la última, esta vez con Toyota.
Repasando la idílica historia del galo con esta prueba, “su rallye de casa” como él mismo reconoce abiertamente, destaca su tremenda capacidad para salir victorioso en la ruleta monegasca y su capacidad de adaptación a nuevos entornos. De hecho, en tres de las ocho victorias estrenaba vehículo (2009 con Peugeot, 2017 con Ford y 2019 con Citroën), además de haber saboreado las mieles del éxito con hasta cinco marcas y modelos distintas, más que nadie en la historia de este rallye.
Como última muestra de su dominio acaparador en este rallye, el porcentaje de éxito. Lo ha disputado en doce ocasiones, venciendo en ocho -el 66% de sus salidas a esta prueba-, además de sumar dos segundas plazas más. Espectacular, no ha habido nadie que se le dé mejor esta cita. Como suele decir Luis Moya: “El Monte-Carlo es una lotería, pero siempre suelen ganar los mismos”. A buen entendedor, pocas palabras.
Quizá la de este año sea la última vez que veamos al bueno de Sébastien Ogier tomando la salida del ‘Monte’ y verle llegar victorioso a Mónaco. Nadie sabe que nos deparará el futuro, ni él mismo lo sabe tal y como reconoció en la previa de este rallye, aunque dejó la puerta abierta al regreso a su prueba fetiche. Lo que sí sabemos, es que todos los amantes de esta especialidad dentro de unos años podremos decir con orgullo: “Yo viví la era de Sébastien VIII de Monte-Carlo”. ¡Larga vida al rey!