Sébastien Loeb, dos décadas acumulando victorias en el Mundial de Rallyes

Veinte años rindiendo al más alto nivel en la más exigente categoría. La leyenda de Sébastien Loeb no hace más que crecer. El piloto más laureado en la historia del Mundial de Rallyes continúa hambriento de éxitos. Ni sus nueve títulos ni la edad modifican su estrategia. El casco y el volante le evaden de las marcas que ha establecido durante su trayectoria deportiva. Cada fin de semana es una nueva oportunidad de triunfar.

Pero la lograda ayer en el 90º Rallye de Monte-Carlo no la preveía el alsaciano antes de tomar la partida en el 'Shakedown'. Sus últimos recuerdos en asfalto con el Hyundai i20 Coupé WRC en absoluto le alentaban a soñar con igualar el récord de Sébastien Ogier en la cita más prestigiosa del campeonato. En las cuatro participaciones que realizó en su firme predilecto con el artefacto surcoreano no pisó el cuadro de honor.

En sus años con Citroën, derrotarle en la superficie en la que se inició suponía un reto al alcance de unos pocos privilegiados. De hecho, en el RallyRACC Catalunya Costa Daurada - Rally de España del 2018 había registrado su última victoria en otro duelo vibrante con su tocayo. Sin embargo, se deshizo de esas malas sensaciones en su primera pasada por el tramo de pruebas. Autor del mejor registro. Loeb había vuelto.

Precisamente en asfalto abrió su palmarés de éxitos con los del doble chevrón en el verano del 2002. Los viñedos alemanes presenciaron el inicio de una relación con el peldaño más alto del cajón que, dos décadas más tarde, sigue escribiendo gloriosos capítulos. En esos veinte años de actividad en la máxima categoría se ha cruzado con los nombres más reputados, y ninguno se libró de rendirse ante su superioridad.

En la época dorada de la generación World Rally Car, con hasta siete marcas implicadas con sus estructuras oficiales, Loeb se rebeló a sus mayores. Los bicampeones Marcus Grönholm y Carlos Sainz, el temible Colin McRae, la veloz regularidad de Richard Burns, el espectacular Petter Solberg, el Tommi Mäkinen de los cuatro entorchados consecutivos... todos hincaron rodilla con la velocidad y atrevimiento del joven Loeb.

Gronhölm fue de los que más sufrieron en las campañas de dominio del francés con Citroën. M-Sport había desarrollado el Ford Focus RS WRC, catalogado en los parques de asistencia como el mejor vehículo jamás construido. Ni con esas contuvo a su rival, que llegó a celebrar una de sus coronas en el salón de su casa tras lesionarse cuando entrenaba en bicicleta y perderse nada menos que los cuatro eventos finales. 

Citroën era el factor común de las victorias de Loeb en el Mundial de Rallyes. Xsara WRC, C4 WRC, DS3 WRC y C3 WRC le acompañaron en sus setenta y nueve éxitos anteriores. Sus mejores resultados con Hyundai, dos terceras posiciones. ¿Sería capaz de ampliar sus números sin el doble chevrón bordado en el pecho? Ya ha respondido. Sí. En su estreno con el Ford Puma Rally1 ha retornado a su hábitat natural.

Y este triunfo cuenta con matices muy distintos a los otros. Lo ha cosechado con una tecnología nunca antes empleada en la élite de la especialidad, la híbrida, que además requiere adaptar el estilo de conducción. También es la primera en la que a las notas no ha tenido al monegasco Daniel Elena, recurriendo a una Isabelle Galmiche que cumplió con sobresaliente. Y todo ello después de dos semanas en los desiertos de Arabia.