Ogier, imparable aún con un acelerador 'loco'

Sébastien Ogier ha demostrado que los seis títulos mundiales de rallyes que ha conseguido de manera consecutiva no son casualidad: se trata de uno de los pilotos más rápidos, efectivos y constantes de la historia del WRC. En este Monte-Carlo lo volvió a demostrar, enfrentándose cara a cara contra Thierry Neuville pese a que su Citroën C3 WRC tenía un sensor dañado que hacía que el pedal del acelerador no funcionase de la manera correcta.

Al final de la segunda pasada por el Col de Turini, la diferencia entre ambos era de apenas 4 décimas. Cuando llegó a meta, Ogier comentó que tenía un problema con el acelerador. Se podía interpretar como un juego mental contra Neuville (algo que no es extraño en estas situaciones), pero la realidad es que el coche estaba acelerando aún en las frenadas, lo que le complicaba al moverse por los delicados tramos de asfalto, nieve y hielo de la prueba alpina.

«No estaba ganado de antemano, y esta última etapa ha sido especialmente estresante y difícil, sobre todo debido al pequeño problema que hemos tenido con el acelerador, que hacía que el coche continuara acelerando incluso en las frenadas. Bien aconsejados por el equipo, hemos logrado efectuar una pequeña reparación y luchado sin descanso, con el éxito como premio final. Hemos vivido un fin de semana con mucha tensión y al final logramos la victoria después de una lucha constante. Esta victoria nos hace estar muy orgullosos, especialmente por ser nuestra primera carrera con el C3 WRC, y como siempre he dicho, este es el rally en el que la victoria me da más satisfacción, y además nos permite celebrar de la mejor manera posible el centenario de Citroën. No se puede pedir más a este reencuentro».

«Antes de la última especial, nuestro ingeniero me ha preguntado qué podía hacer por nosotros, y lo único que le contesté es que encendiera una vela mientras preparaba el remolque y las eslingas, que nunca se sabe, ya que no teníamos ninguna intención de levantar el pie. En estas cuatro especiales de hoy, creo que me he echado unos años encima de lo nervioso que estaba. Una vez que arrancamos, fuimos a fondo y sin cometer errores, lo cual es algo muy excepcional, ya que Seb estaba descubriendo el C3 WRC. Una vez que hemos cruzado la línea de meta, no sabíamos muy bien qué hacer, ya que no había muchas celebraciones en el point stop, y después he visto a la izquierda al padre de Seb que estaba sonriendo. Ahí ha sido cuando me he dado cuenta de que habíamos ganado. Seb en ese momento ni se había enterado, y ha hecho falta que baje la cabeza para darse cuenta de toda la emoción que había en el habitáculo», comentó a su vez su copiloto Julien Ingrassia.