Nada puede empañar la sensacional actuación del piloto del Toyota Gazoo Racing, Kalle Rovanperä este pasado fin de semana en el Rallye del Ártico Finlandia. Ante sus paisanos ha mostrado el talento que atesora al terminar segundo, lo que le ha servido para convertirse en el líder del Mundial de Rallyes más joven a sus 20 primaveras.
Sin duda, la exhibición de talento del deportista de Jyväskylä resultó impresionante. Sin embargo, nadie está libre de cometer un pequeño error, en este caso un simple desliz. Los héroes de la velocidad son humanos.
Y eso es lo que le sucedió al ‘69’ en la especial número 10, el Power Stage donde no se enfundó correctamente el balaclava o sotocasco (un verdugo para los que tenemos ya cierta edad). Recordad que se trata de una prenda térmica ignífuga que protege la cabeza y el cuello en caso de incendio. Por ello fue sancionado con una multa de 200 euros.
Sorprende que un elemento de seguridad tan importante no se ajuste adecuadamente, lo cual podría poner en riesgo la integridad del competidor. No obstante, y en descargo del hijo de Harry Rovanperä, hay que reconocer que varios corredores han sido castigados por el mismo motivo. Sin ir más lejos, así sucedió en la ronda inaugural del curso, ‘El Monte’.
Además hay que explicar el contexto en el que se produjo ese desliz. El nórdico estaba a punto de iniciar la batalla en el tramo final donde se jugaba la segunda plaza del evento con Thierry Neuville.
De hecho, el joven de Toyota y el belga de Hyundai llegaron a ese acto definitivo separados por apenas ¡1,9 segundos! Y le debió de dar buena suerte -y ritmo- porque se impuso en esa especial, conservando el segundo puesto final en la General de la ronda nórdica... batiendo un récord de velocidad. Completó los 22,47 km del tramo a una velocidad media de 134,3 km/h a través de los bosques de Aittajarvi.
Por cierto, no es la primera ocasión en la que se produce este tipo de sanciones. Algunas otras similares ya se impusieron en el pasado Rallye de Monte Carlo. Después del éxito cosechado en casa, a buen seguro que Rovanperä ha abonado con mucho placer esos dos centenares de euros.
