Viajamos al 24 de noviembre de 1998, al Rally de Gran Bretaña, donde Carlos Sainz y Tomi Mäkinen se jugaban el título mundial en la última cita de la temporada.
La prueba recorrería más de 380km de tramos por los bosques ingleses, en una prueba que prometía un duelo a dos que nunca llegó a materializarse.
Mäkinen llegaba como líder del campeonato y partía como favorito al título; vítola que perdió a las primeras de cambio, cuando en el sexto tramo de la prueba impactaba contra un bloque de hormigón y arrancaba la rueda trasera de su Mitsubishi Lancer Evo V.
Con este percance del piloto finlandés, todo se le ponía de cara a un Carlos Sainz que le bastaba con terminar el rally dentro de los cuatro primeros clasificados para conseguir su tercer título mundial, seis años después del último.
Sainz y Moya se tomaron con paciencia la prueba, llegando al último tramo en cuarta posición y con el único objetivo de llevar el coche a meta para hacerse con el título, pero esto nunca ocurrió.
Como todos sabemos, Sainz y Moya nunca llegaron a la meta de ese último tramo, ya que a falta de menos de 500 metros el motor de su Toyota Corolla WRC dijo basta. Con un Sainz perplejo y un Moya desesperado, la pareja española vio como se desvanecía su opción al título en el final más cruel posible.
El abandono de Sainz dejaba en bandeja el título a un Mäkinen que se enteró de su tercer campeonato mundial en la recepción de su hotel, donde estaba atendiendo los medios.
Para la historia quedaron los gritos de lamento de Luis Moya, con frases que quedaron marcadas en el imaginario nacional como el ya mítico: "Trata de arrrancarlo, Carlos. ¡Por Dios!".
Al final de la prueba, un abitado Carlos Sainz declaró a los medios: "Es lo más cruel que me ha pasado nunca. Es un disgusto tremendo, estoy seguro de que hay pocas ocasiones así en la historia del deporte mundial, con un desenlace tan dramático y con tanta mala suerte. Parece que fue una biela que se salió por un costado. Enseguida nos dimos cuenta de que se trataba de algo grave. Estas averías no avisan, suceden de golpe, y no se podía hacer nada."