Todo apodo llega por algún motivo relevante o porque asoma fuera de los límites de lo común. La incandescencia del azul de los ojos como rasgo relevante de la cara, el sigilo y la determinación en el ataque, y la capacidad de ver o intuir el entorno en condiciones de penumbra, son tres motivos suficientes para darle todo el sentido al porqué del “Lobo de Meira”, de donde es natural.
De igual forma, todo resultado llega por algún motivo. Y en estos días de confinamiento forzoso por la incisiva situación que atravesamos, sobra el tiempo que otras veces falta para analizar las cosas con mayor profundidad.
Detrás de uno de los nombres más consagrados y respetados del CERA, está el de Sergio Vallejo. A toro pasado, lo intuitivo es ligarlo a sus dos Campeonatos de España de Rallyes de Asfalto, así como a más de una veintena de triunfos y casi ochenta podios.
Pero, como dije, tras todo resultado hay un motivo. Y bien lo explica el propio Sergio en su perfil de Facebook publicando a diario y a modo de pasatiempo para esta cuarentena, imágenes de cada uno de los coches con los que ha competido, narrando anécdotas y logros conseguidos junto a ellos.
Estas historias denotan la determinación, el empeño y el trabajo que ha ido cuajando y tallando a lo largo de su vida deportiva la figura que es hoy, necesarias todas estas cualidades para que un talento se pueda materializar en resultados.
Poco o nada quedará por demostrar en el deporte cuando el palmarés avala.
Motivos y similitudes de sobra también tiene para que lo conozcan por “El Lobo de Meira”, pero a nadie disgusta leer de sus propios recuerdos de dónde nació el apodo:
“Fue en el rally de La Coruña del 89, en el debut de Diego como copiloto. Por el día no destacamos especialmente, pero por la noche había mucha niebla y ganamos los dos últimos tramos. En la entrega de premios, la comidilla eran esos dos scratch, y de repente aparecieron Mesejo, Paco Francesch y Blach con el periódico enseñando una noticia que nada tenía que ver con el rally: “Lobos en la sierra de Meira” y diciendo “los lobos de Meira van muy bien de noche y con niebla”… y ahí quedó el mote”.
