Sébastien Loeb inicia este sábado su séptima participación en el Rally Dakar, la prueba más exigente del planeta. El piloto alsaciano, una leyenda en el Campeonato del Mundo de Rallyes, persigue todavía su primera victoria en los desiertos. Desde su primera aparición en el raid organizado por ASO, el francés ha demostrado una velocidad suficiente para luchar por el triunfo. La inexperiencia es el elemento que más le ha pesado.
"En rendimiento puro estuvimos a la altura de Nasser Al-Attiyah. Para ganarle hay que hacer una carrera perfecta. Comete muy pocos errores, como si presintiese los peligros. En algunos terrenos puedo ser más rápido que él, pero no en todos: la cualidad de su forma de conducir que me gustaría tener yo es lo bien que lee el terreno en las grandes planicies onduladas y en las dunas, cuando no hay visibilidad", asegura el de Prodrive.
Algunos problemas mecánicos le lastraron en 2022. En el inminente 2023 espera que no se reproduzcan: "También hemos tenido problemas de fiabilidad, pero se fueron resolviendo conforme avanzaba la temporada y lo lógico es que no vuelvan a aparecer. Estamos mejor preparados que el año pasado, sobre todo porque, por ejemplo, hemos podido mejorar la colaboración dentro del auto con Fabian. Todo va como tiene que ir".
Dos segundos puestos, la más reciente en el pasado mes de enero, figuran como mejores resultados de Loeb en el Dakar. El galo ya piensa en cotas mayores: "Me he subido tres veces al podio y siempre me llevo alguna etapa, pero nunca he ganado la carrera. Hay que conseguir evitar todos los problemas, todos los errores, y además el Dakar de este año parece exigente. Es mi objetivo principal, por el que llevo luchando varios años".