Los rivales aterrizaron en Portugal con la confianza de frenar la fuga de Kalle Rovanperä al frente del Mundial. Solo les preocupaba la meteorología. Si en la etapa del viernes no llovía el finlandés no tendría nada que hacer. Abrir pista en las áridas carreteras lusas le relegaría a un segundo plano durante el fin de semana. Él mismo afrontaba con cierto respeto la primera cita sobre tierra de la temporada. Un podio sabría a victoria.
Pero los planes de todos, los del líder del certamen incluidos, cambiaron radicalmente al término de una jornada que Rovanperä finalizó segundo y con su predecesor a una distancia salvable. Nadie le incluía en las quinielas y él respondió con una madurez impropia para su edad. Aceptó su condición de barrendero el día que tocaba y no se dejó llevar por la negatividad de los últimos campeones. Si limpiaba era por algo.
Elfyn Evans intentó convencer a su compañero para que se conformase con la plata en la mañana del sábado. El británico había llegado al ecuador de la cita portuguesa con una renta de casi veinte segundos. Rovanperä le vendió la moto haciéndole pensar que se centraría en los puntos para el campeonato. El vigente subcampeón no entendió una parte de ese ambiguo mensaje. Sumar veinticino, mejor que dieciocho.
El nórdico quiere sentenciar el certamen lo más pronto posible. Eso transmite su actuación en el tramo que decidió el triunfo, la segunda pasada por 'Amarante'. Con lluvia y montando el compuesto duro, endosó una diferencia abismal que Evans no logró recuperar en las especiales dominicales. Los integrantes de su mismo equipo le amargan la existencia. Antes la pesadilla se llamaba Sébastien Ogier, ahora Kalle Rovanperä.
Takamoto Katsuta apuntaba a rematar la fiesta de Toyota. Sin embargo, Dani Sordo arruinó el triplete de la formación nipona en el Power Stage. Sabía que si terminaba a espaldas del japonés tendría que ceder dos puestos con Thierry Neuville y Ott Tänak, los pilotos a tiempo completo de Hyundai. Tercero o sexto, esas eran las opciones disponibles para el cántabro. Escogió la primera en su debut en la era híbrida.
De no ser por la inmensa superioridad de Rovanperä, que también se embolsó los cinco puntos de la cronometrada de bonificación, el español habría redondeado un domingo impecable. Seis meses después de su última participación concluye como el mejor de su escuadra y formando parte del cuadro de honor. Katsuta terminó desolado. En el último momento sintió que había defraudado a los suyos. Se le saltaron las lágrimas.
Neuville se planteó el ambicioso objetivo de alcanzar a sus antecesores. Rápidamente se dio cuenta de la dificultad de esa empresa. No había kilómetros ni el diferencial de velocidad suficientes para inquietarles. Tänak sí cumplió con la meta que se marcó en el desayuno, rebasar a los Ford Puma Rally1 de Craig Breen y Pierre-Louis Loubet. El irlandés ofreció resistencia, pero un problema de frenos frustró su defensa.
Con todo, Loubet encabezó en meta el cuarteto de M-Sport Ford. El joven galo demostró maneras, dejando en el olvido sus constantes decepciones con el Hyundai i20 Coupé WRC. Breen descendió a P8 con su contratiempo y Adrien Fourmaux cerró la clasificación de la categoría reina desde la novena plaza. El francés terminó, al fin, una prueba en la presente campaña. Salva su futuro con la estructura de Malcolm Wilson.