Fue el único incordio del líder durante las dos semanas de competición. Desde la distancia, pero le incomodaba. Sébastien Loeb cuajó uno de sus mejores Rally Dakar en su primera incursión con el Hunter BRX T1+ de Prodrive. Con notables avances en fiabilidad, el vehículo diseñado por la formación de David Richards reúne los ingredientes necesarios para soñar en grande de cara al futuro. Falta terminar de cocerlos.
El alsaciano y su equipo arribaron a la península arábiga sin referencias con sus rivales. Su programa de preparación se centró en la realización de test privados, nunca se habían medido ante la competencia con un cronómetro de juez. Apoyaban sus predicciones en la velocidad demostrada en 2021 por el modelo anterior. Y no difirieron demasiado con la realidad. El ritmo seguía presente y reforzaron lo que más les lastraba.
La mecánica aguantó con nota las exigencias de los desiertos del golfo Pérsico, aunque para alcanzar el sobresaliente en esta materia necesitan unos cientos de kilómetros de más. Una avería en la transmisión les privó de presentar batalla hasta el final al infranqueable Nasser Al-Attiyah. Pero solo sufrieron ese problema en una prueba en la que Loeb atacó sin concesiones desde las etapas iniciales. La resistencia existe.
Por lo que respecta al rendimiento del nonacampeón del mundo de rallyes, como él mismo afirmaba al término del raid por excelencia, no se le puede reprochar nada. A pesar de las dificultades con las que se encontró en territorio saudí, el francés nunca arrojó la toalla y logró dos victorias parciales en su intento por dar caza a su predecesor. Al día descanso arribó a más de 50' del líder y cruzó la pancarta de meta a menos de media hora.
Además, midió la fuerza de sus ataques con precisión milimétrica. Asumió riesgos, sí, pero sin rebasar los límites del artefacto que tenía en sus manos. El trabajo de desarrollo llevado a cabo por Prodrive ha permitido al Bahrain Raid Xtreme acortar fugazmente distancias con la estructura más experimentada, una Toyota Gazoo Racing involucrada en el mundo de los todoterreno desde la campaña 2012 de forma ininterrumpida.
El cambio de copiloto de Loeb pilló a toodos por sorpresa. Su divorcio con Daniel Elena, persona clave en sus éxitos en rallyes, provocó un terremoto de opiniones. El belga Fabian Lurquin heredó el asiento del monegasco y, a tenor del resultado, da la razón a la decisión del francés. Su nuevo acompañante no cometió errores de navegación de consideración y libró el laberinto de la edición, aunque ayudado por rodar a rebufo del catarí.
Uno de los motivos que impulsa la candidatura del alsaciano al triunfo absoluto en un futuro muy próximo es su inscripción al Campeonato del Mundo de Rally-Raid. Esto significa que, aparte de sus incursiones con el Ford Puma Rally1 en la nueva era del Mundial de Rallyes, gozará de más continuidad al volante del Hunter BRX T1+ y luchará por la misma corona que persigue el vencedor del Rally Dakar 2022.
