Los modelos de las décadas de 1960 y 1970 se caracterizaban por líneas limpias y una clara funcionalidad, reflejando la estética industrial de la época. Este enfoque no solo se tradujo en un estilo distintivo, sino que también optimizó la aerodinámica y la eficiencia de los vehículos.
En Estados Unidos, estas ideas tomaron protagonismo con la llegada de Billy Mitchell a la Vicepresidencia de Diseño de General Motors, en 1958. Pronto se convirtió en defensor del “Pure Look”, caracterizado por líneas claras y bordes rectos con ángulos abruptos, inspirados por los tejidos y los pliegues en la moda de la época. También consideró que cuanto más grande fuera un automóvil, mejor.
Al otro lado del Atlántico, estas llegadas llegaron poco a poco al catálogo de Opel, con la tercera generación del Rekord, en la gama media, y con el lanzamiento de los KAD (Käpitan, Admiral y Diplomat) en el segmento premium. Tres modelos diseñados a imagen y semejanza de los grandes sedanes americanos.
Esta tendencia se asentaría definitivamente en la marca del rayo con la llegada de uno de los principales discípulos de Mitchell, Chuck Jordan, al Centro de Diseño de Opel. En su periodo en Cadillac, ya trasladó estas ideas en el Eldorado de 1961. En Rüsselsheim, dejó su impronta en auténticas leyendas como los Opel GT, Opel Ascona y, sobre todo, en el Opel Manta, cuya primera generación se comercializó entre 1970 y 1975.
El mítico deportivo del Blitz, que debe su nombre a la manta raya, marcó su época por sus proporciones perfectas, sus líneas bien definidas, su capó alargado y un voladizo trasero corto para aumentar su aerodinámica. Su frontal sigue llamando la atención por su estructura totalmente despejada con una amplia parrilla delantera negra con el único adorno de dos faros dobles enmarcados por aros cromados. Su función, además de dar un aspecto inconfundible, era proporcionar refrigeración y ventilación a los motores de 1.6 litros y 1.9 litros que equipaban este modelo.
El diseño del Opel Manta sigue estando tan vigente que ha sido una fuente de inspiración para concept-cars como el Opel GT X Experimental, clave para definir el actual lenguaje estilístico de la marca.
Su frontal es el antepasado directo del Opel Vizor, el módulo integral que, protegido por una pantalla de plexiglás negro en el frontal, dota de personalidad a los últimos lanzamientos de la firma alemana. Como en el caso del Manta, recorre toda la parte delantera bajo el capó pero su papel es muy diferente: alberga los faros LED matriciales, el “Blitz” de la marca y una gran variedad de cámaras y sensores que proporcionan imágenes y datos a las funciones de ayuda a la conducción ya los sistemas de conducción autónoma.
El Opel Vizor simboliza el compromiso de la marca con la innovación, manteniendo su herencia de diseño y al mismo tiempo avanzando hacia el futuro de la movilidad. Al integrar elementos icónicos del pasado con la tecnología de vanguardia, Opel continúa liderando el camino en el diseño, asegurando que cada nuevo modelo sea un reflejo de su rica historia y un paso adelante hacia un futuro más seguro y sostenible.
