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Tal día como hoy, un 26 de noviembre de 2000, finalizaba la temporada del Mundial de Rallyes y con ella se coronaban a los nuevos campeones de la especialidad. En plena époda dorada del WRC, con hasta ocho marcas oficiales involucradas en la primera categoría, eran Marcus Grönholm y Peugeot los que cantaban el alirón.
El espigado finlandés sorprendió a todos con una campaña sensacional, sacándole la quintaesencia al pequeño 206 WRC, que revolucionó el Campeonato del Mundo con un concepto de vehículo mucho más pequeño frente a sus rivales, que disponían, en su mayoría, de coches del segmento C y D.
Grönholm era un habitual del Mundial en los años precedentes, corriendo para diferentes marcas como Toyota o Seat, pero siempre con un rol muy secundario. Pero su conexión con Peugeot le elevó a un nuevo nivel y se convirtió en el ‘coco’ del WRC en una temporada plagada de estrellas.