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Victorias. Derrotas. Aprendizaje, en definitiva.
El objetivo de todo deportista es llegar a la categoría reina de su deporte. El ascenso hasta allí es siempre difícil y, por lo general, horrorosamente largo. Además, en no pocas ocasiones se suma un delicado problema: el económico. Es caro. Si lo unimos todo podemos decir “¡es imposible triunfar en el deporte!” y no nos equivocamos. No por mucho. Siempre hay una ventana abierta, porque entrar por la puerta es un lujo reservado a muy pocos deportistas. Hablo de las llamadas 'canteras'. En términos deportivos, cantera es sencillamente la catapulta hacia la élite de los más jóvenes. Y es que, salvo raras excepciones, todos los futbolistas, tenistas, baloncestistas y demás -istas del mundillo del deporte han pasado, alguna vez, por una cantera (llámese escuela, llámese equipo 'B' o 'juvenil' o derivado). Y no, no digo entrar por la ventana como algo despectivo. Por desgracia hay deportes en los que la cantera es lo único asequible para llegar arriba. Y, por supuesto, tienen más mérito, porque para llegar a esa ventana hay que saltar (mucho) y hacerse un hueco entre una multitud de deportistas que, como tú, quiere un puesto dentro. Comprenderéis que entrar por un lugar tan pequeño no es tarea fácil.
Ahora traslademos todo lo anterior a un deporte en concreto, el automovilismo. Algo más concreto todavía: los rallyes. Caros, peligrosos y con un seguimiento mediático no especializado muy pobre. Con estas premisas no es difícil adivinar la situación en la que se ven tantísimos chavales. Una situación en la que el refrán de sueños (o ilusión) no se vive cobra gran importancia. Chavales que, de tener la oportunidad, seguro que tendrían un futuro brillante como pilotos, pero que el dinero les priva de ello.
Aún así no todo son lágrimas. Hay, como siempre, algunos ejemplos que sí salen adelante a pesar de las dificultades. Afortunadamente este mundillo tiene una gran cantidad de ejemplos que arrancarían una sonrisa de esperanza a cualquiera. Desafortunadamente no tengo ni tanto tiempo ni tanto espacio. Hoy quiero detenerme en elúltimo grito de las canteras: Peugeot.
No voy a detenerme en contar la historia de Peugeot dentro el automovilismo porque hay ríos de tinta contándola con palabras más sabias y con más experiencia que las mías. Sí quiero detenerme en el fenómeno que está causando la marca francesa en estos seis o siete últimos años y que el fin de semana pasado, en Irlanda y en Francia, pudimos ver muy bien resumidos. Centraré mi atención sólo a nivel continental pues es el tema donde más cómodo me siento.
Octubre de 2007. Primer campeonato intercontinental de la era moderna de Peugeot. Aún guardo el recorte de una revista en mi habitación. El campeón hablaba en español:Enrique García Ojeda. El Peugeot 207 S2000 entraba por la puerta grande en la competición. Después de Quique vendrían Nicolas Vouilloz y Kris Meeke. Tres campeonatos seguidos en el boom de los S2000. A continuación vendría la réplica de Skoda, pero Peugeot había conseguido asentar un coche más que competitivo. No hay más que ver las listas de inscritos de cualquier año. Y por si fuera poco también eran los que tenían más equipos oficiales compitiendo.
La marca del león había vuelto para quedarse unos cuantos años. En 2010 casi repiten título, pero Meeke no tuvo suerte. Paralelamente a estos hitos se estaban celebrando algunas copas que llevaban en volandas a sus máquinas. Destacaré dos que nos pillan realmente cerca: El Volant RACC y Le Volant francés, ambas copas monomarcas de Peugeot. Ahora bien, ¿cuál era la clave del éxito? Que eran campeonatos de costes relativamente fáciles de asumir y donde, además, ningún coche podía destacar por encima de otro pues todos iban con la misma montura (llámese 107, 206 o 207).
Finalmente terminó llegando la Peugeot Rally Academy, que ha acogido y sigue acogiendo a algunos de los mejores pilotos promesa de Europa. También, poco a poco, las copas de promoción fueron tomando un cariz cada vez más joven.