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Memorias de Recalde: El debut con el Delta S4 y sus años finales con Lancia y Mitsubishi

Jorge del Buono y Martín Christie rememoran el Rally Argentina 1986 y las etapas finales en el Grupo A y N

15/03/2021 | Leandro Mazzuccheli | Fotos: Press | Leído: 2218

Twitter: @Mazzucchelli_L
Instagram: @leandromazzucchelli
Créditos fotográficos: ver final del artículo

 

Sobre el final de la semana homenaje, a 20 años de la desaparición de Jorge Recalde, nos abocaremos a un último informe especial en el que abordaremos otras dos etapas relevantes en la historia del “Cóndor de Traslasierra”. Después de haber analizado el triunfo de 1988, así como también las anécdotas y enseñanzas que ha dejado a sus colegas y rivales, ahora repasaremos junto a Jorge Del Buono y Martín Christie la participación del cordobés en el Rally Argentina 1986 con el Delta S4 del Grupo B y sus últimos años en el WRC con el Delta Grupo A y los Mitsubishi Lancer del Grupo N.

 

La participación de Recalde con el Lancia en 1986 llegaba gracias a la gestión de SEVEL Argentina y a la invitación de la marca italiana. El reto no era sencillo. Significaba ponerse al volante del mismo tipo de auto en el que había perdido la vida Henri Toivonen apenas tres meses antes en el Tour de Córcega.

 

Era un auténtico prototipo bestial Grupo B, que según varias estimaciones superaba holgadamente los 550 caballos, pese a que su potencia declarada era de 450 cv. Además, tenía un motor central con turbo compresor para poder presionar en bajas y altas revoluciones, chasis tubular y carrocería liviana de kevlar y fibra de carbono. En definitiva, un conjunto que daba un carácter traicionero a las reacciones del coche.

 

Recalde consiguió que el director del equipo, Cesare Fiorio, cediera un muleto de Miki Biasion para entrenar durante dos dias, lo cual obviamente no iba a ser suficiente para habituarse a semejante potencia. Lo más cercano que Jorge habia conducido antes era el Audi Quattro A2 y el Mercedes Benz 500 SLC, ambos por encima de los 300 caballos, pero muy por debajo del poderío del Lancia Delta S4. Para agregar mas dificultad, Recalde hizo la hoja de ruta con un modesto Volkswagen Senda, una herramienta poco útil para predecir el tipo de notas que se iban a necesitar sobre un auto del Grupo B.

 

Pero Recalde tuvo siempre una gran virtud: la versatilidad para adecuarse rápidamente a todo tipo de vehículo, sin importar la potencia, si eran de rally o de circuitos. Por supuesto, amoldarse al Delta S4 fue uno de sus máximos retos, pero el cordobés sorprendió con un excelente cuarto lugar final, pese al poco tiempo de preparación. Para conocer en detalle cómo ha sido esta experiencia, MotorBox ha entrado en contacto con el navegante Jorge del Buono, quien acompañó al piloto de Mina Clavero en su debut con el Delta S4, experiencia que estuvo cerca de repetirse en San Remo 1986.

 




Además, otro de nuestros reconocidos invitados de esta jornada será Martín Christie, quien ha tenido la gentileza de compartir con nosotros los momentos más importantes de su amistad y binomio con Jorge Recalde. Es así como el ex co-piloto nos detallará cómo nació la dupla, desde sus primeras competencias con el Gran Premio de la Hermandad y el Rally Caminos del Inca hasta su reencuentro para disputar cuatro temporadas consecutivas del WRC desde1990 abordo de los Lancia Delta Grupo A y Grupo N, con los que obtuvo dos podios absolutos, más dos top 3 y un triunfo (N4).

 

Por último, Martín Christie también rememorará cómo ha sido la única experiencia del Rally Argentina 1990 con el Toyota Celica GT-4 y los primeros años de Recalde en el Grupo N con los Mitsubishi Lancer Evo I, II y III de Ralliart Germany y Top Run Motorsport, con los cuales obtuvieron cuatro podios y dos victorias durante tres temporadas disputadas en el Mundial de Rally.

 

El debut con el Delta S4 y la posibilidad de San Remo (por Jorge del Buono): El Rally Argentina 1986 fue realmente muy bueno, porque Miki Biasion nos prestó su ‘auto muleto’ el jueves anterior al evento para que podamos acostumbrarnos. Después, durante la carrera, Jorge se adaptó de forma espectacular y hemos ganado tramos por más de 30 segundos. Pero, lógicamente, tuvimos algunos errores por la falta de kilómetros en el coche y entre esas cosas, hicimos tres trompos y rompimos dos gomas, de las cuales una nos hizo perder mucho tiempo en Altautina, lo que provocó que termináramos cuartos.

 

Además, en Pampa de Achala nunca tomábamos notas para la hoja de ruta, porque Jorge conocía la zona de memoria, desde las épocas en las que corríamos con los Renault 12 y Renault 18, hasta cuando competimos con autos de mucha mayor potencia como el Audi (Quattro A2) y el (Lancia) Delta S4. Correr en esa zona sin hoja de ruta hacía que siempre me quedara la duda de si Jorge realmente recordaba de memoria todas las curvas del camino. Por ese entonces, la zona se recorría en ascenso, con un tramo que iba desde Mina Clavero a Giulio Cesare.

 

Después de haber hecho tres o cuatro kilómetros en esa prueba especial, le pegamos a una ‘pirca’ y eso me dejaba muchas dudas. Entonces, imaginate que para un navegante, correr sin hoja de ruta o sin cantarla en un auto de semejante potencia como el Delta S4, podía ser algo mortal. Así que, por un lado trataba de concentrarme en disfrutar del camino, yendo como un pasajero, pero al mismo tiempo también iba con el temor de que Jorge se olvidara qué curvas venían y qué obstáculos había después.

 

Por suerte, a pesar de que terminamos cuartos, detrás de un Peugeot, el personal de Lancia quedó muy conforme con nosotros, porque nuestro resultado le sirvió mucho para el campeonato de constructores. Entonces, al estar tan satisfechos, la marca nos invitó a Jorge y a mí para viajar a una de las próximas fechas en Finlandia. De hecho, nos dijeron que si Markku Alén llegaba a ganar el Rally 1000 Lagos, nosotros íbamos a poder correr de nuevo con Lancia en San Remo para ayudarlos nuevamente con el campeonato de constructores.

 

Para nosotros, significaba una posibilidad espectacular de hacer otra carrera más en el Delta S4. En el Rally de Finlandia, todo venía bastante bien, porque Markku Alán había ganado las primeras tres etapas. Pero lamentablemente después tuvo un vuelco en la última etapa. Entonces, eso provocó que la marca no pudiera luchar por el campeonato de marcas en San Remo, por lo que finalmente nosotros tampoco pudimos participar.

 




De todas formas, el personal de Lancia guardó siempre un reconocimiento eterno para Jorge, por su actuación tan buena y su adaptación tan rápida a un coche con semejante potencia como el Delta S4. Fue así como en enero de 1987, cuando el Campeonato Mundial hizo el cambio a los coches del Grupo A, Jorge ya se encontraba incorporado al equipo Lancia, para correr en Argentina y para desarrollar el auto en Kenia.

 

Por lo demás, cuando me preguntan sobre el Delta S4, siempre digo que ir a bordo de ese auto te daba una sensación totalmente distinta. El coche tenía tanta aceleración, que al momento de acelerar parecía que te daba una golpe hacia atrás contra la butaca. Eso exigía que tuviéramos que adaptarnos a un ritmo y a un canto de la hoja de ruta que era totalmente distinto. De todas formas, Jorge se amoldó de forma espectacular al auto y pudimos ganarle tramos a Biasion por más de 30 segundos.

 

Pero, como decía, la inexperiencia de muchas cosas en ese Lancia causó que rompiéramos algunas gomas y tuviéramos algunos trompos, lo que nos impidió ganar muchos tramos. Más allá de eso, el Rally Argentina de 1986 fue algo muy bueno para la marca, porque Miki Biasion pudo conseguir su primera victoria por el Campeonato Mundo, en nuestro país y con el Delta S4.

 

Recalde – Christie, un binomio que trascendió la amistad, la profesionalización del Rally Argentino y llegó a los Grupo A y Grupo N del WRC (por Martín Christie)
Al principio, ya tenía una gran relación con (José) “Cheche” Carlomagno y gracias a él, no solo me volví amigo de Jorge, cuando él empezaba a correr con los Renault 12 en 1972, sino que también me hice amigo de toda la familia Recalde. De hecho, cuando yo viajaba hasta Mina Clavero, siempre me quedaba en la casa del “Cheche” y él vivía justo enfrente de Jorge.

 

Con Recalde tuvimos una amistad muy de familia: pasamos muchas Navidades juntos, él fue muy gentil conmigo cuando falleció mi padre, pude estar presente en el casamiento de Jorge y también estuve con él cuando nacieron sus hijas. Vivimos muchas historias de familia y de amistad, más allá de lo deportivo con el rally.

 

Cuando formamos un binomio juntos, Jorge ya era un piloto consagrado. En mi caso, yo debute en 1975 con (Néstor) “El Nene” García Veiga, pero todavía era la época de las carreras de ruta con acompañantes. Si bien llevábamos notas, era otro tipo de modalidad. En 1980, empecé a correr en la nueva disciplina, que para ese entonces pasó a conocerse como “rally” junto a Gabriel (Raies) y lo hacíamos de la manera más profesional posible y en 1981 se creó el Equipo SEVEL (N.de.R: Sociedad Europea de Vehículos para Latinoamérica) en el que todos nos volvimos profesionales.

 

Para 1981, (Jorge) “Bicho” Del Buono era el navegante habitual de Recalde, pero por motivos de trabajo a veces no podía estar con él en todas las carreras. Entonces, en ese año me llamó Jorge un día y me dijo “Martín, tengo que correr el Rally de la Hermandad en el sur y el ‘Bicho’ no puede viajar. Si querés venir, te invito para que corras conmigo”. En ese momento, no lo podía creer, pero le dije “¡Encantado, vamos a correr juntos!”. Así fue como debutamos en este rally, al que además destaco porque fue la primera vez que ganó un Renault 18.

 




Cuando terminó la carrera, cada uno de nosotros volvió para su ciudad, pero tres meses después Jorge volvió a llamarme y me dijo: “Martín, tengo que correr el Rally Caminos del Inca y el ‘Bicho’ tampoco puede ir. ¿Vos podes viajar?”. Yo acepté, porque por suerte Gabriel (Raies) me dio el ‘ok’ para ir hasta Perú. Así comenzó mi historia con Jorge: pase de ser un amigo a compartir varios años con él como navegante. Pero, por sobre todo, entre nosotros siempre prevaleció más la amistad. Eso es lo que más valoro.

 

Con el tiempo, después pudimos correr juntos a partir del año 90, cuando competimos en el Rally Argentina con un Toyota Celica (GT-4). Siempre lamento que en esa carrera hayamos volcado y abandonado tan rápido, porque estoy seguro de que Jorge podría haberse acostumbrado bastante bien al auto si hubiera completado algunos tramos más. Él nunca antes había manejado al Celica, pero decía que le parecía un auto muy interesante, más allá de que era muy distinto a lo que significaba conducir un Lancia.

 

Después, llegó una época muy buena en lo deportivo para nosotros, nuevamente con Lancia, porque pudimos pasar siete años en Europa. Siempre voy a ser un eterno agradecido con Jorge por haberme dado esa oportunidad. Por ese entonces, yo estaba en mi negocio de Villa Carlos Paz y un día me visitó Darío Ramonda para decirme: “Jorge está en Italia y quiero saber si podes acompañarlo en el Rally de Portugal”. En ese momento acepté con todo gusto y hacia allá fui, aprovechando además que el “Bicho” Del Buono dejó de ser navegante de Recalde para acompañar a (Ernesto) Soto.

 

Sin dudas, la experiencia de haber corrido junto a Jorge para Lancia durante siete años fue algo fantástico. Pudimos correr y trabajar muchísimo para la marca a finales de 1990 y también en 1991 y 1992, antes de que el equipo se retirara del Mundial de Rally. Solo el hecho de competir para Lancia era algo impresionante y distinto a todo.

 

Recuerdo que antes del Rally Argentina 1991, Jorge aprovechó para casarse y decidió tomarse unos días para una corta luna de miel, porque él sabia que tenía que hacer las pruebas del auto y determinar los neumáticos para la carrera. Mientras esperábamos a que él volviera, yo acompañé a Giorgio Pianta, quien condujo el Lancia en los primeros días de pruebas. La base del test la teníamos en Copina y eso nos permitía tener sectores rápidos para ensayar cerca de Villa Carlos Paz y otra zona más sinuosa con los puentes en dirección hacia El Cóndor. Por supuesto, las pruebas para ese año eran encabezadas por el ingeniero Vittorio Roberti, quien estaba encargado de todos los test de Lancia.

 

Estuvimos trabajando aproximadamente cerca de cuatro dias y Jorge llegó para completar los últimos dos o tres días de ensayos. Por supuesto, recuerdo toda esa época con mucho aprecio, porque además (Juha) Kankkunen y (Miki) Biasion fueron dos pilotos que siempre respetaron mucho cualquier decisión que tomara Jorge. Jorge hacía tan bien todo el trabajo para poner a punto los coches que Kankkunen siempre decía: “la elección de Recalde va perfecto para mi también”.

 

Quizás, Biasion jugaba un poco más con la altura del auto, pero Kankkunen siempre elogiaba el trabajo de Jorge y decía: “quiero que mi auto tenga su misma puesta a punto”. Por lo demás, nos fue muy bien con Jorge en el Rally Argentina de 1991 y pudimos completar una carrera muy interesante  y prolija para nosotros.

 




Después de esa época con Lancia, Jorge y yo fuimos a correr en el Grupo N, que fue una experiencia totalmente nueva, porque nunca antes habíamos competido con un auto japonés. En esa época, los Mitsubishi empezaban a aparecer de a poco en el Mundial de Rally, sobre todo en el Grupo N, donde también corrían los Lancia Delta o los Ford Sierra Cosworth, que para ese entonces eran los coches más fuertes.

 

Pero, haber competido para el equipo Ralliart Germany para nosotros fue algo muy bueno. Comenzamos a correr con los Lancer en 1994, 1995 y 1996. Los primeros dos años los hicimos junto al equipo alemán y para 1996 corrimos con un Mitsubishi hecho en Córdoba.

 

Siempre recuerdo que en 1994 ganamos el Rally Argentina por el Grupo N. Fue una muy linda carrera y tuvo un muy buen recorrido, que incluía tramos en La Candelaria, donde nunca antes había corrido el Mundial de Rally. También me acuerdo que teníamos a Isolde Holderier como compañera y además el equipo sabía la importancia que tenía para Jorge llevarse un buen resultado de Argentina, así que no escatimaron en nada. Inclusive, trajeron un container no previsto con 20 días de anticipación, para que pudiéramos tener todos los recursos que nos permitan sacar el mejor resultado posible.

 

Haber podido ganar el evento por el Grupo N fue realmente muy bueno. Siempre que te llevas una victoria, aunque sea del Grupo N, es algo muy reconfortante, porque significa que hiciste tu trabajo y conseguiste el objetivo después de haber hecho todo lo mejor posible. Con Jorge disfrutamos mucho de ese triunfo, porque significaba otra victoria suya en Argentina, lo que lo mantenía vigente después de otro rally más en su carrera.

 

Para 1996 ya corríamos para Top Run Motorsport, de los hermanos (Alfonso, Antonio y Michele) Agnello. Pero Jorge también tenía su propio equipo en Argentina y estaba muy involucrado en apuntar su futuro a seguir corriendo en nuestro país. Por eso, decidimos hacer el Rally Argentina 1996 con el Mitsubishi hecho en Córdoba, lo que no nos salí del todo bien, porque tuvimos un problema con el turbo y tuvimos que abandonar

 

Más allá de eso, siempre voy a tener un reconocimiento hacia Jorge y un eterno agradecimiento, porque conseguí muchas cosas y llegué muy lejos gracias a que él me llamó para acompañarlo a correr en Europa a partir de 1990. Pero, además de haber sido su compañero y su navegante, también considero que fui un gran amigo de Jorge y de toda su familia, con quienes mantuvimos una relación muy humana, cariñosa y familiar.

 

Créditos fotográficos: Corsa, Targa Sport 2, @wrc1986, Rolando Daniel Díaz, Matías Rostagno, Javier Martínez Ramaciotti



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