Con casi el 70% de los kilómetros cronometrados de los dos días del Rallye de Estonia (5-6 septiembre) concentrados en el sábado, Sébastien Ogier (Toyota Gazoo Racing) estaba abocado a pasarse la ‘mayor parte’ del evento barriendo con su Yaris WRC las carreteras alrededor de Tartu, con la pérdida de tiempo que ello representa al competir sobre grava.
Cabe recordar que tras su victoria en México (14 marzo) el francés lidera la General de Pilotos. Por tanto afrontaría la carrera báltica con una mayor desventaja deportiva que si se hubiera mantenido el habitual formato de tres jornadas.
En definitiva, el hexacampeón de Gap apenas tendría la oportunidad de recuperar el terreno perdido, lo que alteraría el juego de fuerzas habitual de las pruebas del WRC. Ahora bien, para que esto no suceda se ha introducido un cambio normativo solo aplicable en Estonia.
La novedad determina que a partir del punto medio del itinerario del sábado, las tripulaciones correrán en orden de clasificación inversa, es decir, como lo harían normalmente desde el comienzo del segundo día.
De no haberse implementado esta medida, el Rally de Estonia habría representado un regreso a la época en la que Ogier cuestionó su participación en el WRC, corriendo primero en los tramos de la mayoría de los rallyes durante su período dominante con Volkswagen Motorsport, cuando conquistó tres de sus cinco títulos mundiales hasta la fecha.
En 2015 y 2016, la FIA implementó una política de orden de inicio que dictaba que el líder del Campeonato partiría el primero durante los dos primeros días, en lugar de hacerlo sólo el viernes en cada ronda del WRC.
A pesar del reconocimiento privado de que esto se introdujo para tratar de aumentar la pelea en el frente de batalla, Ogier lideró ambos años desde la primera ronda hasta la última.