Como prueba, el Rally de Pozoblanco es un reto mayor del que muchos esperan de primeras. De entrada, logísticamente es complicada por el hecho de llegar hasta Pozoblanco en sí no es lo más facil en el mundo, al tener que llegar por carreteras estrechas y reviradas hasta el corazón del Valle de los Pedroches, sobre todo si uno viene desde Cáceres - desde Córdoba es más directo, aunque no deja de ser una larga subida. Ahora bien, cuando empieza a llover, para los pilotos llega lo más complicado.
En los casi diez años que llevamos viendo esta prueba a nivel nacional, ya sea del CERT o del Supercampeonato de España de Rallies (S-CER), hemos visto ediciones muy calurosas donde el polvo en suspensión y las altas temperaturas complicaban bastante la vida a los pilotos, además de las trampas en los propios tramos como botes y baches escondidos. Por el contrario, cuando llueve, no hay tanto polvo, pero entonces hay que hacer frente a charcos y a la tierra convertida en fango, lo cual puede ser incluso peor - lo hemos visto sobre todo en aquellos Pozoblanco celebrados en noviembre.
Por tanto, esta misma lluvia a principios de mayo no era lo más esperado, junto a un viento gélido impropio de esta época del año. Una vez terminado el tramo C, el de El Guijo, nos comentaban desde la caravana de seguridad: "¿Habéis llegado hasta aquí? Estáis locos... esto parece Indonesia 1997", haciendo referencia a las duras condiciones climáticas de aquella prueba que sirvió como carta de presentación de Indonesia al Mundial de Rallies. Las caras de cansancio tras haber realizado este tramo, que ni tan siquiera llegaba a los 10 km de longitud, eran muestra de la dureza de El Guijo.
Terminar un rally de tierra de nivel nacional no es fácil - no sólo es que hubo más de una decena de retirados, pues también hubo pilotos que se reengancharon tras abandonar en el bucle matinal - pero quizás en un Pozoblanco en estas condiciones llegar a parque cerrado es aún más gesta si cabe. Tanto si uno lleva un Rally2 hasta la victoria como si camina hasta el final con un Grupo N, el hecho de lograrlo es digno de aplauso.