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El Centro Técnico Europeo de Nissan en Barcelona ha restaurado el Patrol Diesel con el que la marca compitió en el Rallye París-Dakar de 1987. El primer coche a gasoil en acabar la dura prueba de raids ha vuelto a pisar las dunas casi treinta años después del reto para el que fue construido.
La travesía original de este coche ya se complicó bastante, pues el equipo contaba en un principio con dos unidades (dorsal 211 y 212) y un camión con repuestos, pero este último tuvo que quedarse en la segunda etapa de la prueba. Por aquel entonces el evento cruzaba parte de Europa para adentrarse en Argelia, Níger, Malí, Mauritania y Senegal hasta llegar a Dakar.
El 212, pilotado por los hermanos Jorge y Hansi Babler, no pudo acabar la prueba debido a un vuelco, pero el 211 de Miguel Prieto y Ramón Termens fue capaz de cruzar la meta en novena posición. Después fue donado a la colección de Salvador Claret en Girona, donde ha permanecido durante casi tres décadas. En 2014 surgió la idea de comenzar a restaurar el coche, trabajando en su puesta a punto durante más de dos años.
Pedro Díaz Illan es el director del equipo de Ingeniería Eléctrica y Electrónica en el NTCE, y el único miembro del equipo original de 1987 que todavía trabaja allí. “Fue un momento de orgullo. Hemos puesto todo nuestro cerebro, corazón y alma en este proyecto, y no ha resultado nada fácil. Pero volver a ver el coche en el desierto ha sido fantástico.”
Juan Villegas, técnico del NTCE e integrante del equipo de restauración, ha explicado: “El motor se encontraba en un estado terrible. No se podía arrancar y muchas piezas estaban muy corroídas. Además, el eje delantero estaba bastante dañado. Queríamos que el coche fuera preciso en todos los aspectos, y tuvimos suerte de conseguir los antiguos diseños y manuales de servicio del NTCE. Realizamos todos los ajustes para dejar la misma configuración que la del París-Dakar.”
Siendo un motor diesel de los años ochenta, sus prestaciones no son tan espectaculares como los vehículos punteros de la época: un turbodiésel 2.8 de cuatro cilindros que rendía 146 caballos y alcanzaba 150 kilómetros por hora de velocidad máxima. No obstante, sus 1.600 kilogramos hacían que fuera un vehículo robusto capaz de terminar una prueba en las condiciones en las que se rodaban durante la época de los primeros Dakar.