El placer de conducir ha sido, desde siempre, una parte fundamental del ADN de la marca PEUGEOT y se ha convertido en uno de los elementos determinantes en el desarrollo de un nuevo concepto que reinterpreta el enfoque de las motorizaciones electrificadas, ya sean 100% eléctricas o híbridas enchufables, como en el caso del nuevo PEUGEOT 508 HYBRID.
En este ámbito y partiendo de este mismo modelo, la marca trabaja desde hace un tiempo en un nuevo concepto de deportividad compatible con la era de la transición energética y que permita aprovechar las ventajas derivadas de la electrificación para obtener prestaciones más elevadas y, al mismo tiempo, un consumo y unas emisiones muy reducidas que lleguen incluso a cero cuando se conduzca en el modo 100% eléctrico. En este sentido, el Concept 508 PEUGEOT Sport Engineered es un auténtico laboratorio rodante de este nuevo concepto de deportividad que sitúa en un primer plano la conducción y las sensaciones que se experimentan al volante de un PEUGEOT.
Volviendo atrás en el tiempo y dejando a un lado la electrificación, el tema de la berlina deportiva de altas prestaciones no es ninguna novedad en la marca PEUGEOT. A principios de la década de 1990 vio la luz la declinación más deportiva del 405, un coche con una filosofía de berlina deportiva desde su lanzamiento, pero que nunca se había ofrecido en una versión tan radical. En 1993 se lanzó la versión bautizada como 405 T16, unas siglas con un peso histórico muy importante en la marca del león, puesto que se heredaban del legendario PEUGEOT 205 turbo16, un coche nacido casi una década antes y que fue dos veces Campeón del Mundo de rallies en la recordada época de los Grupo B y que posteriormente se impondría, también en dos ocasiones en el durísimo París-Dakar.
El PEUGEOT 405 T16 (con la palabra turbo abreviada en una T y no completa como en el 205) disponía de una mecánica muy refinada para su tiempo, perfecta para seducir a aquellos clientes que querían compatibilizar las virtudes de una confortable berlina familiar con las de un coche deportivo con el que disfrutar de la conducción. De este modo, la versión más extrema del coche que, con diseño de Pininfarina, fue elegido Coche del Año en Europa en 1988, ofrecía unas prestaciones inéditas en un modelo de este tipo. Dotado de un motor de dos litros con culata de 16 válvulas sobrealimentado con un turbocompresor Garrett, desarrollaba una potencia de 196 CV que se incrementaba hasta los 220 durante algunas décimas de segundo gracias a la función overboost que aumentaba la presión de sobrealimentación. Las prestaciones eran brillantes con una velocidad máxima de 235 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h. cubierta en apenas 7 segundos gracias, en buena parte, a la tracción integral permanente a las cuatro ruedas con un diferencial central viscoso de tipo Torsen que enviaba el 53% del par al eje delantero y el 47% al trasero.
Respecto del resto de 405, el aspecto de esta versión deportiva cambiaba poco para no caer en una estética excesivamente recargada y para no desnaturalizar el excelente trabajo realizado por el diseñador italiano. No tenía, por lo tanto, los pasos de rueda ensanchados del pequeño 205 turbo16 de producción sino una carrocería que mantenía su elegancia y en la que destacaban apenas las llantas de aleación ligera de cinco brazos y 16 pulgadas (en lugar de 15) y el sistema de lavafaros de serie que permitía a los más apasionados, distinguirlo al primer vistazo. En la parte trasera tenía, sin embargo, su tarjeta de presentación con el logotipo con el nombre del modelo en color rojo y, simplemente, con las siglas T16, sin hacer alarde de su tracción a las cuatro ruedas. El alerón que adornaba la parte superior de la tapa del maletero era el mismo que el del más modesto, pero igualmente deportivo 405 Mi16.
El Peugeot 405 T16 era un modelo tope de gama, tecnológicamente avanzado y capaz de entusiasmar a los que lo conducían sin necesidad de renunciar a una línea elegante y a un notable confort de marcha para todos los ocupantes. De esta versión se produjeron apenas 1.046 unidades, de manera que hoy resulta muy difícil cruzarse con uno de ellos en carretera. Muy alejado de la cotización elevadísima del 205 turbo16, es un modelo que empieza a ser buscado por los coleccionistas y sus precios empiezan a incrementarse en consecuencia.
El PEUGEOT 405 fue un modelo de enorme éxito comercial (se fabricaron 4.235.951 unidades) y de él derivaron diferentes versiones de competición. El 405 turbo 16 (en este caso escrito con todas las letras), sustituyó al 205 turbo 16 en las arenas africanas y se impuso en dos ediciones consecutivas del París-Dakar en 1989 y 1990, con Ari Vatanen al volante, antes incluso de que saliera a la venta el 405 T16 de producción. Un año antes de sus éxitos en África, el coche se había impuesto en la subida al Pikes Peak, una legendaria carrera disputada en el estado de Colorado (USA). En 1988 el coche logró, también con Ari Vatanen, el récord absoluto de la subida que permanecería imbatido durante cinco años.