Si el Jaguar F-Type Roadster fue declarado por muchos como el coche más bello de cuantos se vieron el pasado año, la versión Coupé que nos acaba de presentar Jaguar en el Salón de Los Angeles podría llevarse fácilmente el mismo título.
Normalmente es al revés, pero Jaguar ha seguido el camino opuesto con el F-Type y tras lanzar el descapotable nos trae ahora la versión cerrada. Las diferencias son las evidentes y aunque el diseño es el mismo en todo lo posible, el techo se ha diseñado con una maestría que termina de convertirlo en arte sobre ruedas. Este además puede ser de cristal para inundar el habitáculo de luz.
A pesar del techo, la configuración sigue siendo la misma, biplaza. Lo que si se ha ganado es mucho maletero, pasando de los 196 litros del descapotable hasta los 407 litros de este. Sus 4,47 metros de largo son los mismos y el alerón retráctil de su zaga también.
Aparte de porque estéticamente los cupés suelan estar mejor conseguidos, otra de sus virtudes frente a los descapotables es su mayor rigidez torsional. Este F-Type con chasis de aluminio tiene la mayor conseguida nunca por un Jaguar de serie, 33.000 Nm, y eso pese a carecer de pilar B.
Esta belleza sobre ruedas llegará en tres sabores diferentes, dos de ellos compartidos con el Roadster. Estos son los F-Type Coupé y F-Type Coupé S, que en ambos casos se sirven de un bloque V6 de 3.0 litros con compresor, con potencias de 340 CV y 380 CV respectivamente. Las prestaciones de ambos no se llevan mucho, con aceleraciones de 0 a 100 km/h en 5,3 s y 4,9 s y velocidades puntas de 260 y 275 km/h.
Como tope de gama, tanto de la familia F-Type como de Jaguar con permiso del XKR-S GT, estará el nuevo F-Type Coupé R. Aquí el motor V8 sobrealimentado de 5.0 litros se coge directamente del mencionado XKR-S GT con sus 550 CV de potencia y 680 Nm de par. Las cifras ya hablan por sí solas: velocidad máxima limitada a 300 km/h, aceleración de 0 a 100 km/h en 4,2 segundos y recuperación de 80 a 120 km/h en 2,4 segundos.
En todos los casos la transmisión se deja en manos de una caja de cambios automática de 8 velocidades, si bien en el R tiene una puesta a punto específica. Esta versión se lleva de serie lo mejor, como una suspensión adaptativa y un diferencial autoblocante con control electrónico. En el caso de la versión S, se cuenta también con un autoblocante mecánico pero carece de gestión electrónica.
El equipo de frenos cambia entre versiones con diferentes equipos. Con los motores V6 se montan unos discos ‘básicos’ de acero, que en el V8 aumentan de tamaño hasta los 380 mm, los llamados Super Performance. Estos últimos se pueden montan también en el S de forma opcional, igual que los carbocerámicos con pinzas delanteras de 6 pistones y discos delanteros de 398 mm, opcionales también en el R.
Los frenos carbocerámicos además de las ventajas que aportan en un uso intensivo, reducen el peso de las masas suspendidas en 21 kg. Esto siempre vendrá bien en un coche que tampoco es un peso ligero, los V6 pesan 20 kg menos que sus equivalentes descapotables y aun así se van a 1.577 kg y 1.594 kg, mientras que el R sube a 1.665 kg.
En pocas ocasiones se puede decir de forma tan rotunda que un coche es sumamente bello con la seguridad de que esa opinión va a ser ampliamente respaldada. Jaguar ha creado un coche sublime, la única pena es que se les fue un poco de precio. Que nadie cuente con verlo por debajo de los 80.000 euros.