El Galibier está trayendo de cabeza a los jefes de Volkswagen, y es que lo que en principio parecía una magnífica idea de hacer caja fabricando la mejor berlina del mundo, no está resultando tan fácil como parecía. Parece ser que en el Grupo alemán no aprenden, pues el Veyron ya tuvo un retraso de varios años en su llegada al mercado por la dificultad de cumplir con su pliego de condiciones.
La idea del Galibier era sencilla, hacer un Veyron de cuatro puertas. El problema es que un súper deportivo es un coche al que se le pueden perdonar muchas cosas, pero a una berlina no. Los futuros propietarios de un Galibier quieren un coche en el que poder disfrutar conduciendo, pero también un coche en el que viajar cómodamente en sus plazas traseras y con el que acudir trajeados a una reunión o una boda sin tener que salir haciendo contorsionismo de sus plazas traseras. No quiero ni imaginarme a una mujer intentando entrar al coche con una pamela…
Esto al menos es lo que han debido expresar al jefe de Volkswagen Wolfgang Dürheimer, la mitad de los propietarios de un Veyron que ya se han sentado en el prototipo del Galibier.
Por eso y tal y como ha revelado Dürheimer a Autocar, el diseño definitivo del Galibier cambiará sustancialmente desde el pilar B hacia atrás. Un mejor acceso a las plazas traseras y una mayor comodidad y ergonomía son las claves fundamentales que ha de tener el modelo definitivo.
La decisión final sobre si se acabará fabricando o no la tomarán a finales de este año, pero viendo la cabezonería que pusieron en el desarrollo del Veyron, no nos cabe ninguna duda de que el Galibier acabará viendo la luz.
Otro dato importante, su potencia vendrá dada por un número de 4 cifras. Con esto se zanja definitivamente la idea de rebajar la potencia del W16 para la berlina, y es que tener en el catálogo un coche con 1001 CV, no vende igual que tener uno de 999 CV. Más cuando su precio ya se estima que superará holgadamente el millón y medio de euros.