El Rallye de Argentina quizás no ha sido el mas emocionante en la WRC2, con tan solo dos pilotos de primer nivel para luchar por la victoria y con un equipo para diseñar la estrategia pocas opciones de sorpresa quedaban mas allá de una debacle mecánica. Pontus Tidemand y Kalle Rovanpera salían a la jornada del viernes a luchar entre ellos por un primer puesto que debía de quedar decidido y a distanciarse del resto, que poco pudieron hacer con los dos “gallos” del equipo checo.
Al término de la jornada del viernes Tidemand aventajaba a su compañero de equipo en veinte segundos y a Gus Greensmith, tercer clasificado, en un minuto y medio; con estos resultados el equipo Skoda decide que lo que resta de rallye toca levantar el pie y conservar un doblete que beneficia a ambos pilotos, ya que Kalle, aunque no gane, suma una gran cuantía de puntos después de su mal resultado en México tras la rotura del radiador (mismo accidente que Solans). Los problemas llegaron cuando en el tercer tramo del primer bucle del sábado “Cuchilla Nevada - Rio Pintos” cuando el piloto finlandés se pone líder del WRC2 tras endosar medio minuto a su compañero, que al llegar a meta, contrariado, nos dejaba unas declaraciones que hacían público todo lo ensamblado por la marca la noche anterior: “Yo estaba conduciendo de acuerdo a la estrategia establecida por el equipo y lo principal era llegar a meta” explicaba el sueco.
Tras esto las trompetas de guerra estaban en lo alto, aunque en lo que restaba de la jornada del sábado ambos se contuvieron, Tidemand salía otra vez a tope y en el primer tramo del domingo reducía la distancia en la clasificación hasta los diez segundos, por lo que restaban dos tramos para finalizar la prueba y al sueco, que en los momentos claves parecía tener algo mas de ritmo que el joven Kalle, le bastaba con ser cinco segundos mas rápido en cada tramo, por lo que Rovanpera decidió salir a tope al anteúltimo tramo, en el marcó parciales mejor que Meeke (el inglés estaba reservando para la Power Stage) con el C3 WRC, pero al final del mismo se iba largo en una curva, volcando a gran velocidad y cayendo sobre un coche (por suerte no hubo que lamentar daños personales) lo que le suponía tener que abandonar la prueba y además pasar una noche en el hospital.
Esta experiencia negativa debe servirle a un Kalle Rovanpera de diecisiete años para reflexionar y aprender de cara a un futuro (sin ir mas lejos la próxima temporada) en el que deba luchar por el título de una categoría tan complicada como es WRC2. El ritmo lo tiene y la capacidad de progresar es casi infinita para un piloto de tan corta edad, tan solo le falta saber escuchar a un equipo que quería lo mejor para él.