Vestido de león: Prueba del Peugeot 208 Rally4
Así fue la primera toma de contacto con el nuevo coche de rallyes del Grupo PSA
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Diciembre suele ser un mes de mayor calma en lo que a viajes de trabajo se refiere para nosotros, los juntaletras del mundo del motor. Más si uno vive en el extremo sur de España y está disfrutando de las fiestas locales y el ambiente navideño (uno de los pocos momentos en los que de verdad cobran vida ciudades y pueblos), a la vez que los pantalones temen por su integridad tras cada cena o comida de grupo. Por ello, recibir la oportunidad de viajar junto con Peugeot España al test organizado por Peugeot Sport y Sports & You en Fafe fue toda una sorpresa y una más que bienvenida, por el hecho de ser una ocasión única en la que hacer kilómetros, por pocos que fueran, con un coche de rallyes y más uno como el Peugeot 208 Rally4.
Los detalles del viaje, tales como la ida, la venida y el organigrama, me los imaginaba ya que no era la primera vez que estaba en un evento deportivo del Grupo PSA – aún guardo muy gratos recuerdos de cuando fui con Citroën, también gracias a Scratch Media, al estreno de la temporada 2016 del Mundial de Turismos en Paul Ricard. El primer paso era una cena en la que no solo estaba presente el director deportivo de Sports & You José Pedro Fontes – al que ya le dedicamos un reportaje especial días atrás por su labor en los rallyes tanto en Portugal como en España – sino también un verdadero mito de las carreras como el Salvador Cañellas.
Sobre el ‘test drive’, lo primero que me advirtieron era del cuidado que había que tener: un recorrido en bajada, asfalto, angosto y con zonas que se quedaban húmedas durante todo el día. No obstante, una vez llegamos al tramo junto a la Capilla de Nossa Senhora do Viso la humedad se reducía a una curva donde había un paso de agua, estando el resto seco e ideal para que el nuevo león pudiera mostrar sus garras. El verdadero peligro de estos metros de tramo escogidos por Sports & You residía en una curva con mucha suciedad en bajada, donde se notaba de inmediato la diferencia de agarre.
Cañellas, quien llegó antes que nosotros, ya estuvo revisando el tramo antes de sacar sus propias impresiones probando el coche: veía en el 208 Rally4 menos coche de escuela y más coche de carreras como tal, una impresión que también compartiría Efrén Llarena más tarde. Tras él, los asistentes comenzaron a realizar el recorrido: primero llevando el coche ida y vuelta con Sara Fernández a las notas y después, en el mismo 208 Rally4 visto en el Rallye Comunidad de Madrid, era Llarena quien pilotaba y los afortunados, desde su diestra, veíamos sus manos en acción. No solo era la invitación a probar el coche nuevo, también el ver desde dentro a dos auténticos campeones europeos haciendo lo que mejor saben hacer.
Antes de ponerme el mono azulino, quise subir al monte donde se erige la capilla que le da nombre a la zona – en primer lugar para ver por donde discurría la carretera, aunque también se veía buena parte del paisaje, con los molinos asomando entre las montañas, sin niebla como ocurrió en la jornada anterior. Una vez atisbada las zonas por las que iba a pasar, llegó el momento de vestirse con la indumentaria, con casco, HANS, guantes y botas. Y el mágico instante de sentarse en un coche de carreras y ponerlo en marcha.
Por mucho que trataba de calmarme, los nervios eran evidentemente dentro de mí y algún traspiés era previsible – en concreto, calar un par de veces el coche. ¡Ni tan mal, ya que temía calarlo cinco! El embrague, que sólo se utiliza para arrancar y parar el coche, tiene un tacto similar al de un coche de calle actual y el pedalier no es demasiado diferente al que uno puede encontrarse en su día a día. No obstante, un servidor tiene hábitos de algunos coches del siglo pasado con un recorrido del acelerador más corto, lo que hace que en esos vejestorios con un toquecito de pie derecho baste para hacerlos andar. Solucionado esto, salí a pista, siempre teniendo en cuenta las palabras de Efrén y Sara.
El burgalés me advirtió sobre todo que antes de salir a tramo probase el freno, de modo a que me acostumbrase a su funcionamiento sin servofreno como ocurre en los coches actuales, además de que frenase con antelación. Haciendo caso, toqué un poco el pedal…y comprobé que los hábitos de coches antiguos no eran del todo malos ya que el feeling me recordaba al de mi coche habitual, también sin servofreno.
Pasada la primera curva la voz de Fernández llenaba mis oídos a través del intercom mientras tímidamente probaba a subir marchas con el cambio secuencial como podía, probando a bajas y medias la entrega de par del motor 1.2 PureTech turbo de tres cilindros. Con cuidado – despacito y buena letra, que se dice – llevé el coche por la zona con el paso del agua y las suciedades, que patinaban aún más que la mojada. Poco a poco iba cogiendo confianza al ver cómo funcionaba la suspensión, el chasis y, sobre todo la dirección. En una escuadra a derechas en un cruce decidí entrar en segunda sin tocar freno de mano, ya confiando en la precisión de la dirección y la agilidad del pequeño coche francés en su conjunto.
Volviendo a subir, la confianza iba creciendo y poco a poco exprimía más el motor, cada vez más familiarizado con el paso por curva y la potencia del coche, además de entender mejor las condiciones en las que estaba rodando. De hecho, al volver a la zona sucia pasé en tercera y noté como el coche derrapaba de atrás, pero una simple corrección recolocaba al coche de nuevo donde yo quería. Ni un centímetro más a la izquierda o a la derecha. Unas curvas más arriba y completaba el recorrido, habiendo podido sacarle algo más de jugo en la subida a este Peugeot 208 Rally4.
Cuando me bajo del coche, una voz conocida me dice: “De todos los que han cogido el coche hasta ahora… ¡eres el único que ha puesto el intermitente al meter el coche!”. Por acto reflejo, le había dado al indicador, ya que está en el mismo sitio que un coche de serie. Llegan un par de ingenieros galos de Peugeot Sport y me preguntan que qué tal. Pues enchanté macho, que quieres que te diga. El hecho de haber tenido en mis manos un coche que transmitía tanta, tanta confianza en el manejo me hizo ver hasta que punto se puede correr con estos Rally4.
En cuestión de segundos cambié de un león a otro, sentándome en el asiento del copiloto con el otro Peugeot y Llarena esperándome dentro. Poco después sentía lo que era estar junto a un campeón europeo a velocidad competitiva, la manera en la que trazaba y con suaves movimientos de manos (Llarena proviene de haber hecho karting antes de correr en rallyes), además de una gran precisión a la hora de tocar el freno y el acelerador… no cabía duda de que Peugeot Sport eligió con certeza.
Al llegar al final del recorrido, meter freno de mano, dar vuelta y hacer la subida, veía impresionado los movimientos de Efrén al volante, así como la manera en la que iba trazando cada curva. En muy poco tiempo, quizás menos de lo que tardé yo al volante, Efrén y yo estábamos ya en la asistencia y fuera del coche, teniendo que ceder en mi caso el mono, los guantes y las botas a otros invitados a este test.
Poco después de la hora de comer llegó la hora de dirigirnos de vuelta a Oporto para tomar el camino de regreso a casa, aún con las sensaciones de este cachorro de león en nuestros cuerpos. Aunque sea un coche menos espectacular por fuera que su atmosférico antecesor, no cabe duda de que va a dar mucho juego en los tramos a partir del año que viene, un coche con el que se van a vivir batallas muy bonitas tanto en la 208 Rally Cup como en la Peugeot Rally Cup Ibérica o en otros certámenes en los que esté presente.
Enchanté, está claro.
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