Ya era sinónimo de Ogier. La victoria, el liderato, el dominio. La monotonía de Loeb fue recogida por el otro Seb, quien sucedió al pluricampeón con seis mundiales más.
Pero su regreso a Citroën, y lo que prometía ser una historia idílica que devolviese a la marca de los dos chevrones a la cima del campeonato del mundo, acabó con el
abandono de la escuadra francesa del WRC.
Esto, unido al gran estado de forma de Tänak y el Yaris WRC, mantuvieron alejado a Ogier del liderato del campeonato durante casi un año. Ni siquiera Monte-Carlo
le devolvió el trono. Y ahora, tras el atípico rallye de México, ha vuelto a ser el líder del WRC.
Veremos por cuánto tiempo. En función de lo que se prolongue esta situación y, por tanto, el reinicio de la competición. Y en función, también, del nivel que sigan
manteniendo unos rivales que no parecen estar ningún escalón por debajo suyo, al menos por el momento.