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30 años desde la primera victoria de Carlos Sainz en el Rallye Acrópolis

Se cumplen seis lustros desde la primera gran victoria de ‘Matador’ y Luis Moya que les llevaría ser campeones del mundo

06/06/2020 | David Durán | Fotos: Press | Leído: 1740

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Hoy 6 de junio es un día histórico, marcado entre otras cosas por ser el ‘Día D’, el desembarco de Normandía que supuso el movimiento con el que las fuerzas aliadas empezaron la fase final en su lucha contra el eje fascista en la Segunda Guerra Mundial. En el mundo del motor a nivel español también es un día especial, cumpliéndose hoy 30 años de la primera victoria de Carlos Sainz y Luis Moya en el Campeonato Mundial de Ralleys en el Rallye Acrópolis 1990, un triunfo que les colocaría en la senda del título mundial que asegurarían meses más tarde.


Sainz y Moya, en su segundo año con Toyota Team Europe y con el Celica ST165, llegaban a la quinta prueba de la temporada en la cual Lancia, con Didier Auriol, Miki Biasion, Alex Fiorio y Juha Kankkunen, habían tenido la voz cantante. Auriol ganó tanto en Monte-Carlo como en el Tour de Córcega, Biasion en Portugal y Bjorn Waldegard consiguió en Suecia la victoria con un Celica ST165 dentro de la estructura de Toyota Team Kenya. Aún así Sainz y Moya se habían mostrado como rivales muy a tener en cuenta tanto con sus segundos puestos en Monte-Carlo y Córcega como su cuarto puesto en el Safari.


‘Matador’ estaba empezando a marcar la diferencia ya que estaba demostrando velocidad en toda clase de terrenos, habiendo competido ya en su etapa nacional tanto en el Nacional de Asfalto que ganó en 1987 y 1988 como en el Nacional de Tierra, donde también logró ganar en varias ocasiones – en 1988 pilotaba el mítico Ford RS200 con la decoración de Purolator, ganando en La Rioja y Avilés. En otros terrenos inhóspitos para los españoles, considerados en aquel entonces pilotos especialistas en asfalto, Sainz y Moya fueron sextos en el 1.000 Lagos de 1988 y terceros al año siguiente así como segundos en el RAC Rally de 1989.


Ya en el Acrópolis, en la era donde los rallyes se hacían entre semana (empezaba un domingo y acababa un miércoles) y los reconocimientos estaban mucho menos limitados que en la actualidad, Markku Alén y Mikael Ericsson tomaban la delantera en el tramo super especial que abría el itinerario, con Sainz colocándose segundo tras el segundo tramo adelantando a Kenneth Eriksson, Alén y Fiorio. Biasion y Auriol se pusieron a la carga también mientras que Sainz lograba adelantar a Ericsson en el cuarto tramo de la prueba – un rallye durísimo para máquinas y pilotos con terrenos bastos y pedregosos en los cuales las suspensiones eran castigadas en cada curva.


Ericsson retomaría la delantera al final de la primera etapa con Sainz a tan solo 4 segundos y Eriksson a 9, seguidos por los Lancia de Auriol, Biasion y KKK. A un minuto estaba ya Ari Vatanen en su Mitsubishi Galant VR-4 (misma montura que Eriksson) seguido de Ermin Weber en su Volkswagen Golf G60 Rallye mientras que más atrás Alén sufría de lo lindo, dejándose más de cinco minutos y medio con su Subaru Legacy RS.


La segunda etapa empezaba con los Lancia al ataque
siendo el primer scratch para Kankkunen y el segundo para Biasion – en el TC-9 Ericsson perdía 20 segundos y caía del primer al quinto puesto, lo que le daba a Sainz de nuevo el liderato. En los tramos siguientes Eriksson trataba de dar caza a la dupla española de Toyota sin éxito, siendo alcanzado por un Kankkunen tras su scratch en el TC-12, habiendo adelantado al principio del día a sus compañeros vestidos de Martini.


Kankkunen atrapó a Sainz colocándose a tan solo un segundo de él en el penúltimo tramo de aquel lunes 4 de junio, si bien Sainz logró aguantar y sacarle un segundo en el último tramo del día, donde Eriksson adelantó a Biasion para recuperar el tercer puesto. Los tres Delta HF Integrale y el Galant del sueco eran los únicos capaces de mantener el ritmo de Sainz y Moya, quienes solo habían disputado – y no terminado – el Acrópolis el año anterior frente a la mayor experiencia de muchos de sus rivales. Vatanen estaba a casi tres minutos, Ericsson había cedido siete minutos y medio mientras que Fiorio y Alén, a más de quince minutos, se descartaban de la pelea.


Tras 18 tramos ya disputados Ericsson volvía a mostrar su mejor cara en el primer tramo del martes (en el cual el héroe argentino Jorge Recalde se quedaba fuera de carrera por accidente), pero en el segundo era Kankkunen quien pegaba fuerte y lograba colocarse al frente de la prueba por un segundo sobre Sainz. Este le devolvería la jugada en los siguientes 9,42 kilómetros de Viliza, retomando la cabeza de carrera. Los problemas en el turbo dejarían fuera de carrera a Eriksson justo cuando su compañero Vatanen estaba empezando a dar guerra y recordar a todo el mundo su condición de campeón mundial, escalando hasta la cuarta posición al adelantar a Ericsson y Auriol.


Sainz y Kankkunen siguieron peleando curva a curva hasta que en el TC-27 el finés se dejó medio minuto mientras que Biasion era tercero a un minuto y Ericsson, pese a escalar hasta la cuarta posición, seguía a siete minutos y medio, siendo adelantado más tarde por Vatanen – no obstante, Vatanen no lograría terminar el día ya que en el antepenúltimo tramo sufrió un accidente tras el cual no pudo continuar. Sainz fue aumentando distancias y, tras marcar el scratch en el TC-35, le sacaba 43 segundos a Kankkunen y más de dos minutos a Biasion, quedando los 13 tramos de la jornada final del miércoles 6.


Sainz y Moya tenían la misión de defenderse de los ataques de los dos Lancia del finlandés y el italiano vigente campeón mundial, repartiéndose los scratch. Los tres estaban en un nivel aparte del resto, con Ericsson levantando el pie para conservar el puesto y la mecánica ya que contaba con 12 minutos de ventaja sobre Fiorio que era quinto. Para entonces Alén, que había sido el primer líder de la prueba, decía adiós tras romperse el motor de su Subaru.


Esta fue la tónica durante todo el día y pese a un ataque final de los Lancia, nada pudieron hacer contra los españoles que se alzaban como ganadores del duro Acrópolis y sus más de 600 kilómetros cronometrados (se cancelaron casi 30 kilómetros al no hacerse uno de los tramos previstos el domingo y otro el lunes). Kankkunen/Piironen y Biasion/Siviero acompañarían a Sainz y Moya al podio en este momento histórico para el WRC y para el automovilismo español.


Así fue como los dos lograron el primer triunfo absoluto de un español en el WRC, el momento en el cual los rallyes empezaron a tener un gran peso en el deporte de nuestro país – y también en las portadas de los medios de comunicación. A ese triunfo le seguiría el segundo casi un mes más tarde en Nueva Zelanda mientras que a finales de agosto, en el coto de caza privado de Kankkunen, Vatanen y Alén, repetirían victoria en el 1.000 Lagos para terminar la temporada en lo más alto venciendo en el RAC Rally, logrando así el título mundial.



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