La novena edición de la prueba, celebrada del 1 al 22 de enero de 1987 a través de 13 000 km por Francia, Argelia, Níger, Malí, Mauritania y Senegal, supuso el aterrizaje en el raid del primer gigante automovilístico: Peugeot.
Atraídos por la repercusión publicitaria de la prueba y ante la reciente prohibición de los Grupo B en el Mundial de Rallyes, donde participaban con el 205 Turbo 16, Peugeot debutó con dicho modelo en el desierto.
Su tarjeta de presentación, sendas coronas de marcas y pilotos en 1985 y 1986 con Timo Salonen y Juha Kankkunen, presagiaba una gran actuación entre las dunas. Pero, ¿derrotaría en su estreno a los otros 311 coches?
Sí, pero no lo tuvo fácil. El misil galo conducido Ari Vatanen (campeón WRC 1981) tuvo que remontar desde el puesto 247 de la Clasificación General tras accidentarse en la etapa prólogo. Gracias a la regularidad y elevado ritmo del finés, a la maestría de su copiloto, Bernard Giroux, y a las prestaciones del 205 Turbo 16, lograron hacerse con un triunfo que parecía imposible.
La icónica figura amarilla (Camel) escribió una de las páginas legendarias del Motorsport. El ‘león’ se coronaba en el desierto, demostrando una aplastante superioridad. Tanto es así que un año después revalidaron el título, en esta ocasión en las manos de otro finlandés: Juha Kankkunen.
Y no solo eso, sino que el 'león del desierto', mutado en un 405 Turbo 16, también se impuso en 1989 y 1990. Tuvo ese honor Vatanen, quien sumaba así el segundo y tercer tuareg de los cuatro que conquistaría, sacándose la espina de 1988 cuando le había derrotado su paisano Kankkunen.