Los vehículos más ‘extraños’ del Dakar: Parte III

La edición de 1981 tuvo el honor de contar por primera vez entre sus participantes con un Rolls-Royce. Concretamente se trataba de un modelo Corniche Coupé, que causó mucha sensación y extrañeza entre rivales y espectadores. Muchos se preguntaban quién sería capaz de destrozar ese elegante vehículo por las pistas africanas.

Thierry De Montcorgé se apostó con sus amigos que sería capaz de competir con ese elegante vehículo en el Dakar. Sabedor de que la joya rodante se destrozaría en el desierto, pergeñó un plan, acometiendo importantes modificaciones estructurales. Para ello se puso en contacto con Michel Mokrycki, un especialista en V8 estadounidenses que trabajaba en las afueras de París.

Adquirieron el chasis de un Toyota FJ45 por ser el más parecido en dimensiones al del Corniche, ya que solo tenían un centímetro de diferencia. Y sobre él fabricaron una carrocería con fibra de poliéster, reemplazando la original que pesaba 80 kg más. También sustituyeron el sistema de tracción por uno 4WD más robusto de Toyota, y eliminó detalles superfluos del equipamiento de serie como el mini-bar. Por el contrario, del Rolls-Royce original solo conservaron su salpicadero, calandra, portón del maletero y el capó.

En la parte mecánica incorporaron un V8 de origen Chevrolet con 5.7 litros recuperado de un Lola T70 cuya potencia autolimitaron a 350 CV. La unidad se instaló 23 cm detrás del eje delantero, en posición central delantera. Por último en el espacio de las plazas traseras se añadió un depósito de carburante de 332 litros. Tras esos cambios, ya estaba finalizado el automóvil que replicaba al Corniche.

Gracias a su potencia se mostró mucho más competitivo de lo esperado, De hecho De Montcorgé, un piloto amateur con cierta experiencia en algunas pruebas, llegó a superar en carrera a algunos favoritos. Sin embargo, su aventura finalizó en la 13ª etapa al chocarse contra un camión en un pubelo de Alto Volta (actual Burkina Faso).

Y aunque lograron repararlo, llegaron tarde al control horario. A pesar de ello, el director de la carrera, Thierry Sabine le permitió continuar con la caravana, pero desprovisto del dorsal oficial. Tras cruzar la meta nadie se fijó en el ganador, sino en ese ‘Roll-Royce’ capaz de derrotar al desierto.