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M-Sport tiene la tarea de pelear por el Campeonato Mundial de Rallyes en 2017, utilizando sus armas principales: el tetracampeón mundial Sébastien Ogier, el ascendente Ott Tänak y el nuevo Ford Fiesta WRC, modelo que ha dado muchas satisfacciones en los test. Según el director técnico Christian Loriaux, no tienen excusas para lograrlo este año.
Malcolm Wilson ha trabajado durante varias semanas sin descanso para asegurar los servicios del vigente campeón mundial, llegando a hacer varios sacrificios para ello. Para realizar los preparativos y negociaciones se perdió el Rallye de Australia, dejándole a Ogier semanas más tarde una sesión de pruebas en Gales con el prototipo del Fiesta WRC.
“La gente nunca se va a entender lo que ha peleado Malcolm para conseguir a Seb. No conozco otro jefe de equipo privado en automovilismo que hubiera hecho algo así. Esto muestra lo importante que es ganar para Malcolm, antes de cualquier tema financiero. ¿Quién se da cuenta del respeto que merece eso?”, comentó Loriaux al medio Rallye-Sport.
Wilson ya trató de hacerse con el piloto de Gap durante 2012 tras su final con Citroën Racing, teniendo la idea de hacer que pelease con el Fiesta RS WRC contra Sébastien Loeb y su Citroën DS3 WRC. No obstante, Volkswagen llegó con un proyecto arrasador y, motivado por Carlos Sainz, Ogier decidió embarcarse en la aventura de los hombres de Wolfsburg junto a Jari-Matti Latvala y Andreas Mikkelsen.
Si M-Sport cuenta con algún inconveniente con respecto a Citroën, Toyota y Hyundai, es el presupuesto existente: según Loriaux la diferencia se eleva a entre cinco y diez veces. Pese a ello, la experiencia del equipo hace que sean capaces de lograr resultados positivos en un corto espacio de tiempo tanto en rallyes como en otras disciplinas – sin ir más lejos, el Focus RS RX con el que Andreas Bakkerud ha logrado varias victorias en el Mundial de Rallycross este año fue terminado en apenas ocho meses de desarrollo.