El desafío que se presenta cada año en el Rallye Monte-Carlo aumenta, en esta ocasión, con la introducción de las nuevas monturas, pero el resto de variables siguen ahí y los neumáticos es la más importante.
A Mónaco no llega siempre como vencedor el piloto más rápido, sino el más veloz que haya cometido menos errores. La cambiante climatología y la condición de las carreteras en el invierno de los Alpes hacen de los neumáticos un elemento vital.
A excepción del Ford Fiesta de Evans, que va calzado por Dmack, el resto de protagonistas tienen las mismas armas. Las posibilidades de elección son iguales para todos, ruedas de contacto (de invierno), de contacto con clavos y de seco, que en el caso de Michelin las sirve en compuesto "soft" y "super soft", las más blandas.
No sólo el compuesto es importante, sino que la gestión de los neumáticos disponibles es crucial. En el Monte 2017 cada piloto tendrá a su disposición un total de 80 neumáticos, 20 "slicks" blando, 24 súper blandos, 12 de invierno y 24 de invierno con clavos. De toda la dotación, cada piloto podrá utilizar un máximo de 43 para el total del rallye, shakedown incluido.
La otra gran incógnita es cómo afectará la ganancia de potencia de los vehículos con respecto a sus antecesores, algo que podría producir sorpresas en pilotos e incluso ingenieros. Las dos marcas de neumáticos aprobados para el WRC, Michelin y Dmack empezarán a sacar conclusiones de estos primeros kilómetros cronometrados del año y, a buen seguro, el lunes posterior al champán en Mónaco empezarán las evoluciones.