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Malcolm Wilson lo ha intentado pero no ha podido hacer nada para retener a Sébastien Ogier un año más. Su apuesta fue ambiciosa, pues con un equipo privado pudo seducir al referente dentro del campeonato del mundo. Su llegada, trajo debajo del brazo el apoyo de una firma privada como Red Bull, así como una mayor apuesta de la marca Ford por el mundo de los rallyes.
Después de dos años de relación, Ogier ya ha firmado que su futuro dentro de los rallyes será vestido de rojo. Vuelve a casa, donde materializó sus inicios en la gran categoría. Eclipsado por la figura de Sébastien Loeb -con quien podría incluso compartir carpa en 2019- le llevaron a buscarse la vida. Tras el inesperado adiós de VW, Ogier hizo campeón del mundo a M-Sport, luego de una temporada de ensueño.
Ahora mismo, el equipo británico es consciente de que se está jugando su última -al menos de momento- gran bala para volver a rubricar el título mundial. Pues, sin Sébastien Ogier, el futuro para ellos se pone cuesta arriba. A día de hoy sólo tienen confirmado el poder sentar a Teemu Suninen en uno de sus Ford Fiesta WRC. Una joven promesa que apunta alto, pero que a día de hoy no está preparado para ser candidato al título.
Con Neuville y Tänak ya vestidos para el próximo año, Kris Meeke podría ser la opción, aunque sin saber a ciencia cierta que su ritmo y estado de forma puedan permitirle echar carreras con los tres espadas. Se antoja un invierno difícil para el equipo más humilde del campeonato, que sin el apoyo total de una marca, cumplió su sueño realidad gracias, en parte, a los servicios prestados por 'Seb' Ogier.