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Siguiendo con su línea de actividad deportiva de cara a estar en buena forma para afrontar su reducido programa mundislita, Sébastien Loeb disputó este pasado fin de semana una prueba puntuable para el campeonato de Francia de rallyes de tierra. Una carrera asentada muy cerca de su localidad natal y en la que pudo pilotar para su público más querido y que le ha apoyado desde sus primeros kilómetros de competición.
Un problema en la dirección del i20 R5 le impedía sellar un triunfo que parecía muy encaminado, después de haber logrado grandes cronos en el inicio de la carrera. Su intención no era otra que divertirse, pero una vez sentado en el coche de carreras, 'Seb' volvía a mostrar su gran versión, pilotando sobre una prueba que no visitaba desde hace casi dos décadas y frente a monturas superiores.
"Fue un gran fin de semana, me divertí mucho volviendo al Campeonato de Francia de Rallyes de Tierra. La última vez que piloté allí fue en el año 2000, así que fue un momento muy agradable. Como en el pasado, había muchos espectadores y pude sentir el apoyo de la afición francesa. Fue la primera vez que piloté el Hyundai i20 R5 en competición y me resultó bastante fácil acostumbrarme a él", aseguró el piloto galo.
"Tuvimos un test de un día antes de la prueba y pude sentirme inmediatamente a gusto con el coche. El primer día no fue fácil, ya que tuvimos que abrir pista y limpiamos mucho, pero aun así pudimos marcar el mejor tiempo en la primera especial de la prueba. Desafortunadamente, rompimos una rueda en línea recta en el TC2, por lo que perdimos mucho tiempo antes de la tercera especial para repararla", añadía.
"Por supuesto, el objetivo principal no estaba demasiado centrado en el rendimiento, sino más bien en descubrir el coche y disfrutar pilotando en casa ante el público francés. Nos divertimos mucho con el coche" concluía el pluricampeón mundial al término de una prueba que venció Thibault Durbec, pilotando para la ocasión uno de los DS3 WRC que gestiona el equipo PH Sport.