Kit Cars (II): La gran batalla

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Después de los dos primeros años de la Copa de la FIA de 2 litros, había llegado el momento en el que las diferentes marcas comenzaran a sacar sus respectivas máquinas Kit Car. Estos vehículos tenían el objetivo de ser mucho menos costosos que los coches con turbo y tracción integral que habían dominado los escenarios nacionales e internacionales a la vez que se mostraban competitivos sobre diferentes superficies – si bien el tiempo les daría su lugar predominante en los tramos de asfalto como los de Córcega o Cataluña.

En el Rallye de Monte-Carlo de 1995 Renault llegó con dos Clio Maxi para Jean Ragnotti y Philippe Bugalski, siendo Ragnotti el que ganó la categoría (además de ser séptimo en la general) con 26 minutos de ventaja sobre el segundo clasificado, Eddie Mercier con un Clio Williams (Bugalski se retiró por salida de pista cuando marchaba por delante de Ragnotti). Aquí se constataba la diferencia entre las máquinas anteriores y los nuevos Kit Car, teniendo en cuenta que el Clio Maxi sería desarrollado a lo largo de todo 1995.

Pese a que aquel año Renault triunfaría con un doblete de Bugalski y Ragnotti en el Tour de Córcega, fue Peugeot con los 306 S16 quien se llevó el título con 257 puntos, por delante de los 227 de Renault y los 174 de Skoda con el Felicia Kit Car. Opel logró tres victorias (Suecia, 1000 Lagos y Sanremo) con el Astra GSI 16V, pero General Motors no figuraba entre los inscritos para el campeonato.

Para 1996 Peugeot ya tenía listo su 306 Maxi, Renault el Maxi Mégane y Seat el Ibiza Kit Car, colocándose los tres fabricantes al frente de la copa de 2 litros con asiduidad con permiso de los Felicia. Por tanto, hasta cuatro equipos oficiales estaban implicados al mismo tiempo que Mitsubishi, Subaru, Ford (M-Sport tomaría las labores de equipo de fábrica en 1997) y Toyota en el Mundial de Rallyes.

Debido al sistema rotativo de la FIA ese año sólo coincidieron en Argentina, Australia, Cataluña, por lo que pudieron destacar incluso más aún en las clasificaciones de cada rallye: François Delecour fue segundo en Monte-Carlo por detrás del Ford Escort RS Cosworth de Patrick Bernardini y por delante de Armin Schwarz con el Toyota Celica GT-Four ST205 mientras que Bugalski y Gilles Panizzi fueron primero y segundo en el Tour de Córcega con sus respectivos Mégane Maxi y 306 Maxi. En el Cataluña Oriol Gómez logró la victoria de categoría con el Mégane Maxi de Renault Sport España, seguido de Jaime Azcona en el 306 S16 y Josep María Bardolet en el Ibiza Kit Car, coche que acabaría logrando el título para la marca de Martorell a final de año.

Con el año 1997 llegaron los World Rally Cars, pero por detrás los Kit Car continuaron dando guerra: en Monte-Carlo triunfaron los Felicia de Emil Triner y Pavel Sibera frente a los Ibiza Kit Car de Harri Rovanperä y Oriol Gómez – un logro por parte de los Skoda dado que el Felicia era un A6 (hasta 1.600 centímetros cúbicos) mientras que el Ibiza era un A7 (al igual que el 306, el Mégane, el Ford Escort RS2000 o el Proton Satria que se llevó ese año en la categoría el Rallye Safari, entre otros) al basarse en el Ibiza Cupra 2.0 16v GTI.

Pese al avance de los franceses, el Volkswagen Golf III Kit Car fue capaz de llevarse victorias en Suecia con Jörgen Jonasson y en Portugal con Alister McRae, este último imponiéndose al 306 Maxi de Adruzilo Lopes, el Felicia de Sibera o los Ibiza GTI de Erwin Weber y Vítor Pascoal. En Cataluña Panizzi se llevó la victoria por delante de Azcona en sendos 306 Maxi por delante de Raphael Sperrer en su Maxi Mégane, Daniel Alonso en su Escort RS2000 y Miguel Fuster, que acababa quinto con el Peugeot 106 Maxi. Por detrás acabaron David Nafría, Jordi Griñó, Amador Vidal, Ignacio Sanfilippo y Aitor Zubillaga con sus 106 Rallye del Desafío Peugeot mientras que Oriol Gómez, Chus Puras y Miguel Martínez-Conde se veían obligados a abandonar por diversos motivos.

Panizzi triunfaría en Córcega, Gómez en Acrópolis, Nueva Zelanda y Rovanperä en Argentina, Finlandia, Indonesia, Sanremo, Australia y Gran Bretaña, asegurando de manera dominante la victoria para Seat Sport un año más. Parte de la receta exitosa de la marca de Martorell consistía en haber creado un conjunto capaz de funcionar tanto en tierra como en asfalto, mientras que otras marcas se habían centrado en asfalto. Con una base buena en ambas superficies, en 1998 se aventurarían también en la máxima categoría con el Seat Córdoba WRC.