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Históricos

Kit Cars (I): Los orígenes

¿Cómo se fraguó una de las categorías de rallyes más espectaculares de la historia?

11/08/2017 | David Durán | Fotos: Press | Leído: 9096

Twitter (@TheDDuran)



La década de los años noventa fue una que le trajo una gran cantidad de iconos y alegrías al mundo de los rallyes, desde escalas nacionales hasta el propio Campeonato Mundial de Rallyes. Los Grupo A, que habían reinado desde la caída de los Grupo B a finales de 1986, dieron paso los World Rally Car, una evolución natural en el más absoluto de los sentidos.


Ahora bien, antes de ello, los constructores europeos – y más en concreto, los fabricantes franceses como Renault, Peugeot y Citroën – observaron que su dominio en los tramos había sido usurpado por marcas japonesas como Toyota, Mitsubishi y Subaru, con una presión cada vez más fuerte de estos dos últimos. Mitsubishi contó primero con los Galant VR-4 y después con los Lancer Evolution y Subaru usó los Legacy antes de asaltar el WRC con los Impreza 555, apoyados siempre por la tabacalera British American Tobacco. Además era un momento en el que Lancia, marca que había reinado durante años con sus 037, Delta S4 y Delta HF Integrale, cortó su relación con los rallyes por problemas económicos en 1993 – Ford, aunque por poco tiempo, también paró su programa de rallyes.


No sólo era dominio nipón en la máxima categoría del WRC, sino que también se extendían a campeonatos nacionales, desde los Grupo A a los Grupo N. Ninguno de los tres fabricantes franceses tenían modelos de tracción integral de producción para hacerles frente, por lo que se unieron ante la FIA y les pidieron una solución: buscar alguna manera de poder construir máquinas de rallyes que, sobre asfalto, fueran capaces de batirles sin tener que dedicar un presupuesto demasiado elevado.


Esto le interesaba a la FIA
, puesto que quería que los rallyes fueran más accesibles tanto a nivel nacional como internacional sin que fuera necesario utilizar máquinas turbo, de tracción integral y gestión electrónica con todo el coste que ello suponía para los pilotos. Como respuesta, la FIA anunció la creación de la categoría F2, pero más importante: este fue el momento en el que se dio paso a una clase de vehículos que siguen siendo recordado por todos los seguidores de los rallyes – pilotos y equipos inclusive – a nivel mundial: los legendarios Kit Car.


La normativa F2 que decidió la FIA decía lo siguiente: tenían que ser motores atmosféricos de hasta dos litros, pero que tuvieran una gran libertad para ser modificados con respecto a motores de serie, tanto en el diámetro como en la carrera o en muchos otros aspectos de la mecánica. Tenían que producirse un mínimo de 20 unidades para poder asegurar así que los pilotos privados (ya que muchas marcas estaban interesadas en proyectos oficiales) pudieran competir con estos coches con la garantía de que hubiera además piezas de repuesto.


Al principio no se competía con Kit Cars sino con máquinas más antiguas como el Opel Astra GSI, el Ford Escort RS Cosworth, el Peugeot 309 GTI, Peugeot 205 Rallye o el Skoda Favorit 136L. Opel se llevó el título en 1993 con el Astra GSI con pilotos como Bruno Thiry al volante, mientras que en 1994 (cuando comenzó el calendario rotativo de la FIA) fue Skoda quien se llevó el título con el Favorit 136L y sus pilotos Pavel Sibera y Emil Triner.


Renault Clio Maxi Jean Ragnotti

No obstante, ya en 1993 fueron apareciendo nuevos vehículos como el Nissan Sunny GTI y el Volkswagen Golf III GTI, pilotados en el Network Q RAC Rallye de 1993 por veteranos como Grégoire de Mévius y Jimmy McRae de manera respectiva. En 1994 llegaría el Ford Escort RS2000 de la mano de Gwyndaf Evans (que después se convertiría en campeón británico de rallyes).


Ahora bien, 1995 fue el año en el que los dos litros comenzaron a sonar con fuerza con la llegada de los auténticos Kit Car: para entonces Renault tenía listo el Clio Maxi, Citroën el ZX 16V (la marca venía de ganar el Dakar con otra variante del ZX) y Skoda renovó el Favorit por el Felicia Kit Car. Además, Peugeot asomaba sus garras con el 306 S16 (que sería la base para el 306 Maxi) y, desde 1994, Seat había sacado en varias pruebas el Ibiza GTI antes de que llegase en 1996 el Ibiza Kit Car. Este fue el prefacio para la gran batalla que se iba a librar por detrás de los Grupo A y los World Rally Car en la segunda mitad de los noventa.



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