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La organización del Dakar se enfrenta a un momento delicado debido al temporal que ha azotado Bolivia en los últimos días. Aparte de las dos etapas canceladas y otras dos recortadas, el desprendimiento que tuvo lugar el pasado martes diez de enero ha afectado a parte de la caravana del Dakar, necesitando un día entero para reagruparlos de cara a la décima etapa.
Desde que la caravana entró en territorio boliviano, las lluvias – imposibles de predecir puesto que no son nada comunes en esta época del año – han causado estragos en el itinerario diseñado por Marc Coma. La quinta etapa fue recortada y la sexta fue cancelada por lo impracticables que estaban los caminos, siendo además la etapa más larga de toda la edición 2017.
Después de la jornada de descanso los problemas han continuado, pues la crecida de un río en la frontera entre Bolivia y Argentina hacía que aumentase el tiempo de neutralización de la octava jornada (además de cortarla por la mitad para los camiones). Pero el gran golpe ha sido la pérdida del ‘Superbelén’, una etapa con más de 1.000 kilómetros de los cuales más de cuatrocientos eran cronometrados entre Salta y Chilecito.
El derrumbe ha creado problemas con uno de los vehículos médicos, que sufrió un vuelco según el diario Marca: los pasajeros están heridos aunque no de gravedad. El derrumbe – que tuvo lugar varias horas antes de que llegase la caravana dakariana – sepultó a dos personas bajo la ola de barro y sesenta familias de la zona de Volcán han sido evacuadas.
En total se ha anulado un cuarenta y dos por ciento del recorrido que estaba pensado para los nueve primeros días de carrera: se han disputado casi dos mil kilómetros de los más de 3.200 planeados. Ahora la gran dificultad consiste en volver a unir a los participantes para las tres jornadas restantes hasta llegar al final de la aventura en Buenos Aires.