Después de contemplar el espectacular GTI Roadster de Volkswagen o el más racional, pero igual de irrealizable SEAT Ibiza Cupster, hay ganas de ver coches tuneados de los reales en el Wörthersee, y el Golf GTI Wolfsburg Edition es uno de ellos.
Partiendo de un Golf GTI Performance, el grupo de aprendices de Volkswagen que lo ha desarrollado ha revisado incluso lo que no se ve, y la prueba está en que no se han conformado con los 230 CV originales del 2.0 TSI. Gracias a una nueva línea de escape con válvulas para regular su sonido, una admisión en carbono y una modificación de la centralita, este GTI se pone ahora en nada más y nada menos que 380 CV.
El trabajo estético respeta las formas originales del coche, añadiendo splitter, taloneras y difusor. Con eso y los adhesivos en negro, se le da el toque diferenciador que completan las llantas OZ Superleggera, tras las cuales se alojan unos nuevos frenos carbocerámicos.
En el interior el negro brillante de las molduras y el rojo de algunos perfiles y ribetes, siguen el estilo exterior. El skyline de Wolfsburgo y su emblema, que ya aparecía fuera en puertas y llantas, se representan también en el interior en paneles de puertas y volante. Unos relojes adicionales en el salpicadero, un soporte para el iPhone en la consola central y unos baquets con el tradicional tapizado ajedrezado en sus flancos, completan el trabajo.
Eso sin olvidar el equipo de sonido de 2.170 vatios y 11 altavoces, que se corona con la instalación de un televisor de 24 pulgadas en el maletero con su correspondiente PlayStation.
Sin ser el coche más espectacular de la muestra, el Golf GTI Wolfsburg Edition es una representación fiel de lo que significa tunear un coche.